Crítica de cine: Red
El cine de acción ha visto bajar su nivel desde hace bastante tiempo. Aunque tal vez nunca fueron películas imprescindibles, sí eran obras bien estructuradas y muy superiores a filmes como Transformers o Wanted. Que ahora un estreno como Red se sitúe entre lo mejor del género en bastante tiempo, obliga a preguntarnos qué diablos está pasando.
Dirigida por Robert Schwentke, el mismo de la olvidable Plan de vuelo, Red es una película sobre el regreso. A Frank Moses, un agente retirado de la CIA, interpretado con bastante humor por Bruce Willis, lo han puesto en una lista de personas a eliminar. El motivo es lo de menos, la entretención es lo importante.
Comienza el escape del protagonista y lo primero que debe hacer es rescatar a Sarah, la preciosa Mary-Louise Parker, una cuarentona decepcionada de la vida y del sexo opuesto, que trabaja en la oficina que procesa los cheques de pensión de Frank y con quien sostiene galantes conversaciones telefónicas. Como en la vida uno es nadie sin amigos, pronto Frank debe recurrir a otro ex agente, el paranoico Marvin, interpretado por John Malkovich en un rato en el que no estaba trabajando con Raúl Ruiz o concentrado en proyectos que nadie ve. A ellos se suma la agente del MI6 Victoria, Helen Mirren, aclarando que su sentido del humor no está en sólo aguantar el cine extraviado que dirige su marido, el cineasta Taylord Hackford; y por último, también apela al ex KGB Iván, interpretado por el subvalorado Brian Cox. En papeles menores figuran, además, Morgan Freeman, Richard Dreyfuss y el querido Ernest Borgnine, quienes también querían pasar un buen rato en este sainete.
Con los elementos dispuestos y un promedio de edad que supera con creces los 60, estos veteranos están listos para sacar ágilmente adelante un proyecto con una premisa irrazonable y que ha dejado el verosímil olvidado en casa. Al igual que en la reciente Los indestructibles, los chistes sobre la edad son una constante: de hecho, el encargado de darles caza a los mayores es un agente o asesino (nunca queda muy claro) que insiste en llamar "abuelo" a Frank, no obstante que consideraciones muy elementales de geriatría eximen al grupo de todo deterioro físico o mental, pues están más activos y en mejor forma que nunca.
Al parecer, en Holywood la tercera edad está teniendo una suerte de revival y tanto en esta historia como en Los indestructibles los mayores aún se la pueden. Por lo menos, tienen el suficiente humor como para reírse de ellos mismos. En Red logran una cinta dinámica, divertida, escapista y de entretención masiva. Claro que, a diferencia de la testosterónica realización de Stallone, sin necesidad de utilizar hormonas para caballos o bótox indiscriminado.
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