Histórico

Crítica de libros: Argentina soviética

La novela Un guión para Artkino, de Fogwill, está basada en una premisa delirante, como lo es que en Argentina triunfó el régimen comunista y el país trasandino se convirtió en un satélite de la URSS.

Según cuenta Fogwill en el prólogo de Un guión para Artkino, esta novela, o nouvelle como él prefiere llamarla, estuvo extraviada por muchos años: fue escrita en 1977 o 1978, "cuando ya nadie imaginaba la posibilidad de una Argentina Socialista", y a principios de los 80 circuló a través de unas pocas ediciones que el autor hizo imprimir para sus amigos. Todos perdieron sus copias y Fogwill hizo lo propio con el original: "Lo único que se pierde más rápido que la amistad son los borradores de libros".

Sin embargo, aún quedaba un ejemplar entre las pilas de originales no leídos que acumulaba el editor, crítico y escritor Luis Chitarroni, a quien Fogwill pensó en dedicar el libro, "pero como castigo por tantas obras y sueños de edición que se perdieron en su parva, sigue dedicado al general que en mi fantasía torció la historia de colonialismo y dependencia de la Argentina, y a dos figuras prominentes del también desaparecido Partido Comunista, esa suerte de Instituto Desmovilizador de Voluntades Bolcheviques que tanto gravitó en la política y en las finanzas de la Argentina hasta 1973".

La novela transcurre en 1994 y está sustentada sobre un delirio, pues da por hecho que en Argentina triunfó un régimen comunista que sigue al pie de la letra las políticas que provienen de la Unión Soviética, y está abocado a lo que podría llamarse la rusificación de las costumbres rioplatenses: en la república trasandina imaginada por Fogwill se lee la edición internacional de Pravda, se conducen automóviles marca Moscowa, se siguen las transmisiones televisivas del Bolshoi, se fuma tabaco soviético, se ha prohibido el uso de tinturas para el cabello y se pretende abandonar, dentro de un plazo racional, el idioma castellano, el cual será reemplazado por el ruso, "la lengua más perfeccionada y musical".

Fogwill, el personaje principal y narrador de la novela, es un autor reputado que se encuentra encumbrado en la poderosa Sociedad Argentina de Autores y Escritores, entidad que entre sus logros revolucionarios, logró reivindicar la figura de Borges para alegría del proletariado universal: en realidad, según se fue sabiendo, el autor de El Aleph habría sido siempre un hombre de izquierda, comprometido con el pueblo, pero sucedió que su mensaje fue distorsionado por medio del cúmulo de ediciones apócrifas a cargo de Emecé, "la editorial parapolicial" de la época pre-revolucionaria.

Además de gozar de ciertos privilegios burgueses reservados para los dirigentes del partido (trajes elegantes, una secretaria-amante, un automóvil), el protagonista recibe el encargo, estupendamente bien remunerado, de escribir el guión para una película que producirá Artkino, estudio cinematográfico conocido como el "Hollywood soviético". El film planeado será de ciencia ficción y transcurrirá en el año 2018, una vez que hayan sido "eliminados los focos de resistencia capitalista enquistados en el Atlántico Norte y el Extremo Oriente", y el mundo marche así hacia la unidad.

Pero el guión para Artkino es irrelevante en el relato, pues Fogwill, incluso cuando avanza en la escritura de éste, no puede parar de hablar de sí mismo. Afortunadamente, lo hace con humor y cierta cuota de autoflagelación. También plantea dilemas profundos, que no por estar un tanto trasnochados dejan de tener relevancia (la inestable posición de un creador frente al totalitarismo es uno de ellos). En suma, Un guión para Artkino es una novela, o nouvelle, destinada a satisfacer a aquellos lectores familiarizados con la obra anterior del argentino o, al menos, con su personalidad. Para quienes lo desconocen, más vale empezar a frecuentarlo a través de las excelentes novelas Los pichiciegos o Help a él, o por medio de un valioso volumen de cuentos completos que editó Alfaguara este año.

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