Histórico

Críticas a Jacqueline Van Rysselberghe

Señor director:

La protesta levantada en contra de la asunción de la senadora Van Rysselberghe a la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Senado es un berrinche de quien no puede lidiar con la frustración de que el mundo no se conforme a sus pretensiones.

La queja fundamental de grupos de interés como el Movilh e Iguales se basa en que la senadora no promueve la agenda de los primeros, bajo el ropaje de derechos humanos. Esto es perturbador, sobre todo porque desde hace un tiempo los personeros de ambas organizaciones se han convencido de que ellos son los únicos jueces y partes en la determinación de lo que es y no es un derecho humano.

El peor favor que se le puede hacer al fortalecimiento de los DD.HH es permitir que se vuelvan patrimonio de un sector político, o peor, de subgrupos alineados con sus propias agendas de interés.

Para el Movilh e Iguales los derechos humanos se reducen a lo que ellos digan, como su interés de reformar el matrimonio o convertir la teoría de género en la nueva institucionalidad nacional. No se le puede pedir distinto a grupos lobistas. Pero no podemos aceptar que la discusión se reduzca a esto, ignorando que el régimen universal de DD.HH. comprende la libertad de expresión, garantías judiciales, derecho a la vida, el combate al tráfico de personas, la libertad religiosa, los derechos parentales, estándares de vida digna en privación de libertad,  acceso a la participación política y muchos otros.

Los DD.HH. son patrimonio de toda la humanidad, no del Movilh, ni de Iguales, ni de ningún grupo de interés que busque tomarlos como rehenes para avanzar en sus causas individuales. Espero que la senadora no sucumba a las presiones; no sólo por su bien, sino por la causa misma.

Tomás Henríquez

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