Los críticos de arte ingleses no están para nada convencidos de las capacidades de Damien Hirst como pintor. "Parece la obra de un adolescente aficionado", sentenció Adrian Searle, influyente comentarista del diario The Guardian, sobre la exposición con 25 nuevas pinturas que el más exitoso artista británico inauguró ayer en la sala The Wallace Collection de Londres.
"Al menos, Hirst hizo todo esto por sí mismo, sin ayuda de sus ejércitos de asistentes", agrega Searle. Y aludiendo a sus instalaciones, dice: "El llenó su arte con cosas muertas. Sin embargo, estas pinturas son el verdadero memento mori de su reputación".
Rachel Campbell-Johnson, del diario The Times, tampoco fue benévola: "Las pinturas son espantosas ¿Por qué estas obras están en la Colección Wallace? ¿Qué hacen en la casa de maestros como Rembrandt o Tiziano?".
Hirst es visto como sinónimo del auge del mercado del arte contemporáneo. En 2008, se embolsó 200 millones de dólares al batir todos los récords históricos de ventas en una subasta para un artista individual con sus singulares animales muertos conservados en tanques llenos de formol.
Demostrando este talento empresarial, la mayoría de las pinturas expuestas ya fue vendida al magnate ucraniano del acero y la banca, Viktor Pinchuk. De ahí que el artista pagara de su bolsillo US$ 400 mil para ser aceptado en la prestigiosa sala y hacer los cambios arquitectónicos necesarios con tal que la entrada fuera gratuita. Incluso para "realzar" las obras de esta exposición, titulada No love lost, mandó a tapizar las paredes de la galería con seda encargada nada menos que a los fabricantes preferidos de la reina María Antonieta.
Desde lejos, su radical regreso a la pintura tradicional no se ve tan mal, pero es cosa de acercarse un paso para ver aparecer cráneos flotando sobre telas oscuras, junto a una maraña de líneas de perspectiva. "Producen una impresión de dormitorio de adolescente. Casi se puede sentir el olor inquietante de su angustia existencial. Estas obras son derivadas de Bacon, pero carecen por completo de su habilidad pictórica", agregó The Times. "El artista que ha ganado su reputación a través del shock ahora produce obras terriblemente malas. Y quién sabe, quizás todo sea un truco más para llamar la atención".
Consultado ante esta nueva controversia, Hirst reconoció su deuda con los maestros: "Por eso dejé de pintar, al principio de mi carrera, cuando tenía 16 años, porque Bacon lo hizo todo y básicamente estaba haciendo malos Bacon. Es muy divertido. Luego de todo lo que he trabajado en formol, el verdadero shock lo he logrado desde el lado opuesto, con algo muy sencillo, con unas simples pinturas".