Cannes ha sido también un festival de catarsis y de gente que apaga las hogueras de vanidades. Si en la entretenidísima Relatos salvajes, del argentino Damián Szifrón, todos los personajes se vengan de sus verdugos y canalizan la frustración del potencial espectador, en Maps to the stars, del canadiense David Cronenberg, un par de traumados hijos de Hollywood van por la ciudad de las estrellas destapando las cañerías de la vanidad y la fanfarronería.
El realizador de Una historia violenta desarrolla una disección implacable de Hollywood. Lo hace a sangre fría y a veces con recursos gráficos bruscos, pero recupera esa mano de doctor de las monstruosidades que lo hizo famoso. Actrices decadentes, agentes miserables y mercachifles de la autoayuda son algunos de los personajes que pueblan este zoológico de subnormales del estrellato.
La película se exhibió ayer en el Festival de Cannes y coronó una jornada parejamente superior, donde también a muchos asombró The homesman, western dirigido y protagonizado por Tommy Lee Jones. Escrita por Bruce Wagner, que comenzó haciendo guiones para Pesadilla 3, de Wes Craven, Maps to the stars es más o menos dominada por la presencia de Mia Wasikowska, que interpreta a una chica que llega a Los Angeles con la intención de conocer a sus ídolos, tocarlos, refugiarse en ellos y, si se puede, ser parte de tal realidad. Ella es Agatha y, para que las cosas sean al ritmo de la ciudad, contrata un viaje en limusina para su primer viaje por la ciudad. Quien la conduce es Jerome Fontana (Robert Pattinson), un muchacho algo tímido y con mirada perdida. También busca su papel en la comedia hollywoodense, pero tiene menos fantasía y arrojo que Agatha.
Uno de los personajes más brillantes de la película es Havana Segrand, a cargo de Julianne Moore, en una de las buenas actuaciones de su carrera. Es un rol secundario, pero representa la escoria que Cronenberg retrata con bastantes dosis de sadismo. Havana es una actriz que ya no es nadie, aunque alguna vez fue algo. Pero incluso cuando brilló como un asteroide, fue bajo la sombra de una auténtica estrella: su madre, la actriz Clarice Taggart (Sarah Gadon), que sí fue grande y murió joven y bella. Ahora, Havana se dedica a practicar ejercicios de yoga, a seguir los consejos del gurú de la psicología barata Stafford Weiss (John Cusack) y a buscar desesperadamente el rol en un remake de una cinta que hizo, para colmo, Clarice Taggart. Para llegar a tal película debe ser una profesional del cinismo y los falsos buenos modos, una especie de monstruo de la superficialidad y el apócrifo gesto.
En rigor, esta película tiene tantos monstruos como La mosca, Almuerzo desnudo o El engendro del diablo, aunque esta vez van desfilando en clave de defectuosos morales. Otro de aquellos es el psicólogo Stafford Weiss, un millonario vendedor de recetas para la ayuda personal, cuyo hijo es una estrella adolescente requerida por todos los estudios. Mezcla de Justin Bieber y Macaulay Culkin, Benjie (Evan Bird) ha heredado todos los vicios de Hollywood, pero algo nos dice que aún se puede redimir de esta realidad. Tarde o temprano se reunirá con Agatha.
Sin alcanzar el nivel de Una historia violenta o Promesas del este, este filme es un retorno a la buena forma de Cronenberg, tras las disquisiciones intelectuales de Cosmópolis. El canadiense nunca ha ganado la Palma de Oro y quizás es su hora.
EL OTRO MONSTRUO
En la misma línea de retratos de miseria moral se mueve una película que no se estrenó oficialmente en Cannes, pero que sí tuvo una improvisada función especial fuera de la competencia. Se trata de Welcome to New York, de Abel Ferrara, que desde este sábado se puede ver online en Francia y ha sido una especie de evento paralelo con bastante prensa. Inspirada en el caso de agresión sexual protagonizado por el ex presidente del FMI Dominique Strauss-Kahn en el año 2011, la cinta fue elogiada fundamentalmente por la actuación de Gérard Depardieu, en el rol del político Georges Devereaux.
Excedido de peso, amigo de las palabrotas y poderoso entre los poderosos, Devereaux es un caso clínico que tal vez debería estar encerrado en un hospital psiquiátrico. Su esposa, que a su vez se inspira en la verdadera cónyuge de Strauss-Kahn, está lejos de escandalizarse por la adicción al sexo de su marido. A ella le interesa el poder de la misma manera y lo que forma con Devereaux es, en todo caso, una sociedad limitada para llegar alto en la estructura jerárquica. Algunos han dicho que de haber ido a la competencia oficial, probablemente esta película habría ganado una Palma a Mejor Actor para Depardieu. La ex esposa de Strauss-Kahn, en cambio, afirmó que le daban ganas de vomitar de sólo saber de ella.