Agentes y militares lo buscan por cada rincón del país. Está desaparecido y maneja demasiada información que podría afectar el prestigio de muchos civiles y uniformados. Se acaba 1984, y Andrés Valenzuela Morales, suboficial de la Fach, no asoma su rostro por ninguna parte.
Un par de meses antes, su cara había aparecido en la portada de la revista Cauce acompañada de la frase: "Yo torturé". Al interior de la publicación, una extensa entrevista de la periodista Mónica González.
El ex agente de inteligencia de las Fuerzas Armadas Andrés Valenzuela, conocido como Papudo, es el protagonista de La dimensión desconocida, la nueva novela de la escritora Nona Fernández, publicad por Literatura Random House.
"Todos los personajes que circulan por este libro son reales, con historias reales que no son conocidas y que merecían un enfoque, un lugar. Y así el libro se fue constituyendo como esta estructura mixta. Entre documento y ensayo, entre crónica y testimonio", dice Fernández, quien recuerda en el ejemplar cuando en los 70, veía en la televisión la serie Twilight Zone. "Tengo grabada esa sensación de inquietud que me seducía y la voz del narrador que invitaba a participar de ese mundo secreto", se lee en La dimensión desconocida, sexta novela de Fernández, cuya penúltima obra, Chilean Electric, fue elegida Mejor Novela en los Premios del Consejo Nacional del Libro.
Papudo o "El hombre que torturaba", como lo llama la autora en la novela, logró salir del país en 1984, luego de entregar su testimonio a los abogados de la Vicaría de la Solidaridad, quienes le ayudaron a embarcarse rumbo a Francia.
Protegido por el Ministerio del Interior y la policía francesa, Andrés Valenzuela pasó 30 años lejos de Chile. En 2014 decidió volver "a cerrar este capítulo", dijo tras declarar a la justicia, el también integrante del Comando Conjunto que en 1983 asesinó a cinco militantes del MIR, como represalia por la muerte del intendente de Santiago, general Carol Urzúa.
"Nada es bastante real para un fantasma", escribe Nona Fernández en la novela, citando un poema de Enrique Lihn. "El trabajo de un agente de inteligencia es el de pasar desapercibido. Cuando él decide hablar, cuando rompe los límites de su propia realidad como agente, da un paso a otro limbo y ahora debe esconderse también de sus propios compañeros que en sus pesadillas siguen acosándolo hasta el día de hoy", señala la autora, quien cree que la dictadura se puede abordar en la literatura desde distintas versiones. Y agrega: "Creo en los retazos de recuerdos, en la imaginación que se completa frente al vacío, en el vértigo de enfrentarse a un pasado imposible de retratar. Creo sobre todo en eso, en la imposibilidad de contar lo que pasó.
No sé si hay imaginación que nos lleve a esos lugares. Sólo sé que asumiendo la imposibilidad, quizá, a varias voces, se pueda intentar algo. Y por sobre todo, escuchando las voces de los muertos".