El crucero Costa Concordia llegó este domingo arrastrado por varios remolcadores al puerto de Génova donde será desguazado, dos años y medio después de haber naufragado en un accidente en el que murieron 32 personas.
El esqueleto del barco, dos veces más grande que el Titanic, entró en el puerto italiano poco antes del mediodía tras cumplir con éxito su viaje de cuatro días desde Isla del Giglio, donde una delicada operación técnica permitió su reflotamiento tras naufragar el 13 de junio de 2012 con 4.200 personas a bordo.
Al término del último viaje de 280 kilómetros de esta embarcación italiana, que corría el riesgo de contaminar el mar con el vertido de líquidos tóxicos, Italia pudo respirar aliviada.
El jefe del gobierno italiano, Matteo Renzi, llegó poco después para inspeccionar los restos del crucero y agradecer el trabajo de los equipos encargados de la operación. "Vine aquí para agradecer a quienes consiguieron hacer lo que todo el mundo consideraba imposible", dijo.
"No podemos calificar de feliz día, la jornada de hoy. No pienso que nadie pueda festejar o alegrarse, ya que pasamos la página de un acontecimiento que provocó la muerte de 33 personas" (32 en el momento del naufragio y un buzo español más tarde), añadió Renzi, quien aprovechó para despejar las dudas francesas sobre una eventual contaminación de las aguas.
Por su parte, el héroe del día, el sudafricano Nick Sloane, encargado del reflotamiento, mostró su alegría por el éxito de la operación. "Ha sido un desafío y una experiencia magníficos. Nadie había imaginado a principios de 2012 un desafío tan grande", aseguró.
La operación, dirigida por los astilleros de Costa y efectuada por el consorcio Titan-Micoperi entre Estados Unidos e Italia, consistió primero en enderezar el crucero, luego reflotarlo y estabilizarlo y por último remolcarlo hasta Génova.
Las maniobras costaron cerca de 1.500 millones de euros.
Durante meses, el navío estuvo encallado y medio sumergido entre las rocas a pocos metros de la costa de Isla del Giglio, una imagen que dio la vuelta al mundo y puso en entredicho el prestigio de la marina italiana.
El naufragio también puso en evidencia la cobardía del capitán, Francesco Schettino, que abandonó el barco antes que los pasajeros. Por estos hechos, el capitán se enfrenta a un juicio por homicidio por imprudencia, naufragio y abandono de navío.
Resucitar el sector de demolición
Una nueva vida espera ahora al Costa Concordia, mastodonte de 114.500 toneladas construido en 2006 en los astilleros genoveses de Sestri Ponente. Los grupos siderúrgicos fundirán de nuevo y reciclarán una parte del acero del barco.
El grupo Costa y el consorcio Saipem/San Giorgio del Porto firmaron el contrato de cesión de la propiedad del barco, cuando las maniobras terminaban.
Para la ciudad de Génova, antigua potencia marítima, la llegada del barco es una buena noticia. El desguace dará trabajo a 700 personas durante casi dos años, estimó el presidente de la región de Liguria, Claudio Burlando.
Según él, este acontecimiento podría relanzar el sector de demolición del puerto genovés, abandonado hace diez años en beneficio de países asiáticos como Bangladesh.
Renzi apuntó en la misma línea, al tiempo que respondía a las incertidumbres sobre la economía italiana.
"No nos resignamos a la retórica del declive. Pensamos que nuestras ciudades pueden atraer inversores industriales y seguir políticas industriales dignas de ese nombre", dijo el jefe del gobierno, para quien "Génova va en esta dirección".