Ella era "la niña más bonita de la universidad". Catherine Elizabeth Middleton paseaba por los corredores de la fría Universidad de St. Andrews, la más antigua de Escocia y una de las con más prestigio del Reino Unido, con los libros entre sus brazos, recolectando piropos entre los alumnos. La joven de 19 años, pelo oscuro y ojos verdes -hija de una ex azafata y un despachador de vuelos- obviamente sabía, en septiembre de 2001, que como compañero de aulas tendría a William Arthur Philip Louis Windsor, más conocido como el príncipe William, el hijo mayor de la fallecida Lady Di y el Príncipe Carlos de Inglaterra, y segundo en la sucesión al trono. Pero no que entre ellos nacería una amistad tan rápida y que, a pesar de que no sería fulminante, cambiaría su vida para siempre.


William venía de una relación de verano con Arabella Musgrave, otra joven de piel clara y pelo negro, un pololeo que había quedado suspendido cuando el príncipe entró a St. Andrews. Además, comenzando su curso de Historia del Arte, vivió un affaire con otra estudiante. Sin embargo, era Kate la que estaba allí, casi siempre a su lado, según un extracto publicado por la revista Vanity Fair del libro William and Harry, escrito por Katie Nicholl.

El heredero al trono y la joven compartían el gusto por el arte y la natación. Los unían las prácticas de esquí. Los viajes. Los deportes. Ella salía a trotar y regresaba a los comedores justo cuando William desayunaba con sus amigos. Comenzaron a compartir los cereales y frutas matinales. Iban a nadar juntos. Ella tomaba notas por él, cuando el príncipe se ausentaba de clases. Kate era de su tipo. Más tranquila y quitada de bulla que las rubias aristocráticas que preferían estar al tanto de la última cartera de Louis Vuitton que de la última escultura de Jeff Koons. Y se hicieron inseparables.

Aunque el hijo de Diana de Gales terminó el primer semestre frustrado. El pequeño pueblo de St. Andrews, con sus 16 mil habitantes, el frío, no le gustaron. Se sentía solo. Lejos de sus amigos. Quería regresar a Londres. Y Kate aún no se ponía ese vestido sensual....