Arrastrada por la crisis de Venezuela, Cuba entró en recesión por primera vez en más dos décadas al registrar una caída del 0,9% del PIB en 2016 con respecto al crecimiento del 4,4% del año pasado.

"Las limitaciones en los suministros de combustibles y las tensiones financieras se agravaron en el segundo semestre, conduciendo al decrecimiento del Producto Interno Bruto en un 0,9%", señaló el presidente Raúl Castro en la sesión de fin de año del órgano legislativo.

Es la primera vez desde 1995 que el gobierno socialista prevé un resultado negativo del PIB, de acuerdo con el historial estadístico.

En los inicios de los noventa la isla comunista enfrentó su peor crisis por la disolución de la Unión Soviética, con contracciones en el crecimiento que alcanzaron hasta 15% en un solo año.

Pese a la recesión en 2016, "se preservaron los servicios sociales gratuitos, como la educación y salud pública, no se produjo el colapso de nuestra economía ni el regreso de los apagones que padecimos en los momentos más difíciles del periodo especial", destacó Castro.

Sin embargo, en 2017 "persistirán tensiones financieras y retos que pudieran incluso recrudecerse en determinadas circunstancias", según el mandatario. Aun así la economía retomará "la senda ascendente" y el PIB crecerá moderadamente "en el entorno del 2%".

La situación en Venezuela explica en gran parte la contracción de la actividad durante este año. El principal aliado de la isla atraviesa una profunda crisis con una oposición empeñada en sacar del poder al presidente Nicolás Maduro, y una economía en rojo a la que no ayuda el retroceso de los precios del crudo.

Este año Venezuela redujo en 40% la entrega de petróleo a la isla, que llegó alcanzar los 100.000 barriles diarios, lo que a su vez incidió en un recorte de divisas provenientes del intercambio de crudo por servicios médicos.

Además, la economía cubana resintió "la caída en los precios mundiales del azúcar y el níquel, junto con una disminución en la producción de ambos", señaló en un reciente artículo el economista cubano Carmelo Mesa-Lago, catedrático emérito en la Universidad de Pittsburgh.