Absoluta tranquilidad. Tres días después de la muerte de Fidel Castro, en La Habana había un ambiente de completa normalidad, desmintiendo las versiones de incertidumbre en las que se encontraría la isla tras la desaparición del líder histórico de la Revolución Cubana. Respondiendo al llamado de nueve días de duelo, las banderas cubanas ondeaban a media asta y algunas lucían una tira negra. Pero donde sí se notaba que algo estaba sucediendo era en la Plaza de la Revolución, lugar en el que hoy y hasta este martes se rendía un homenaje popular a Castro
Tras un fin de semana -en Cuba y buena parte del mundo- donde el comentario obligado fue el fallecimiento de Fidel Castro a los 90 años, 10 años después de sufrir una crisis intestinal que lo tuvo al borde de la muerte, pero que lo obligó a delegar el poder en su hermano Raúl en 2006, hoy se dio inicio oficial a los homenajes, tanto en La Habana como en el resto de las ciudades de la isla.
Además, en el más nuevo terminal del Aeropuerto Internacional José Martí el protocolo cubano funcionaba a toda máquina a la espera de la llegada de los gobernantes extranjeros, principalmente latinoamericanos, que participarán en las ceremonias fúnebres de Fidel. Coincidentemente, y acorde con los tiempos de reforma y apertura que vive la isla, en esa misma terminal también se esperaba la llegada hoy de los primeros vuelos de tres líneas estadounidenses provenientes desde Miami, considerada la capital del exilio cubano.
Pero por más que reinara un ambiente de tranquilidad en la mayoría de La Habana, con el comercio funcionando normalmente y los estudiantes caminando por las calles para ir o venir de la escuela, el tráfico vehicular estaba interrumpido en una amplia zona en torno a la Plaza de la Revolución. Decenas si es que no cientos de miles de personas caminaban desde los distintos puntos de la ciudad para acercarse hasta el característico monumento a José Martí, donde una gran foto de Fidel Castro en los tiempos de la Sierra Maestra era objeto de los homenajes y donde se acumulaban cerros de flores y coronas.
Una enorme fila serpenteaba por la Avenida Paseo hasta la Plaza de la Revolución y quienes estaban en ella lo hacían estoicos soportando el calor caribeño. Claro, no es más fiero que el de julio, pero de todas formas se hacía muy difícil estar ahí, por lo que abundaban los paraguas utilizados como improvisados quitasoles. Sin embargo, en este lugar no se encontraban las cenizas de Castro. Esto, porque se dispusieron tres salas con los mismos elementos para que los cubanos pudiesen decir adiós a su líder.
"Mucha gente llegó hasta aquí, pero tuvo que devolverse con tristeza, porque no le daba la hora y tenían que regresar", explicó Carmen, una habanera que capeaba el calor a la sombra de unos árboles. Al igual que ella, en los alrededores sombríos había decenas de estudiantes de medicina que habían acudido hasta las cercanías de esta plaza, emblemática precisamente por las multitudes que en las primeras décadas de la revolución se reunía para escuchar los largos discursos de Fidel Castro.
Sin duda, muchos de quienes acudían hoy lo hacían para rendir un homenaje al hombre que gobernó la isla férreamente por casi cinco décadas, pero quedaba claro que abundaban quienes, más que eso, lo que querían era no perderse este momento histórico no solo para Cuba, sino para esta parte del mundo. Así destacaban entre la multitud los rostros de turistas norteamericanos y europeos que también se acercaron a la explanada para fotografiar y presenciar este hito.
"Esto es impresionante"
De hecho, más allá de los estudiantes de medicina que iban con sus delantales blancos y los militares que llegaron con sus uniformes verde olivo, la enorme cantidad de personas que se hizo presente en la plaza y sus alrededores lo hacía con su ropa de todos los días. Sólo se divisaba una que otra polera con el rostro del Che Guevara o alguna mujer con un adhesivo donde se podía leer "Por siempre Fidel".
"Esto es impresionante. La gente ha llegado por cantidad y figúrese como va a estar para el acto final aquí en La Habana. Como en los mejores tiempos", explicaba Joseíto, entusiasmado con el panorama que observaba. Si bien la mayoría de los que llegaron a la Plaza lo hicieron por sus propios medios, filas de buses, más o menos chatarrientos, estacionados en las cercanías evidenciaban el traslado de funcionarios, trabajadores y estudiantes.
Como era de esperar, los comercios en las cercanías, especialmente los que venden refrescos y helados hacían su agosto, gracias al calor imperante que llevaba a que muchos buscaran calmar su sed y calor. Y una buena cantidad de esos negocios no son de propiedad estatal sino que de los llamados cuentapropistas, los pequeños empresarios privados favorecidos por las reformas que impulsó Raúl Castro a partir de 2010.
Sin embargo, algunos cubanos no dimensionaban la magnitud del momento para la historia de la muerte de Fidel Castro, al punto que preguntaban: "Y allá en Chile ¿se supo de la muerte de Fidel?", como dijo Juan Carlos, un taxista, o "¿hubo interés por su fallecimiento?", como preguntó Kenia, una joven que hacía la fila para llegar hasta la foto y las condecoraciones de Castro a los pies del monumento a Martí.
Distinto era el ambiente en el Centro de Prensa Internacional, donde se agolpaba un centenar de periodistas extranjeros que buscaba acreditarse y una enorme cantidad de ellos primero necesitaban adquirir una visa de reportero, ya que había llegado a la isla en el primer vuelo que habían encontrado y al entrar a Cuba habían pagado una visa de turista. Lo lento y poco normado hacía que no pocos periodistas perdieran la paciencia y se fueran del recinto para poder hacer los despachos a sus medios antes de que los alcanzara la hora límite.
Hoy se permitirá que la gente pueda acercarse hasta la Plaza de la Revolución para concluir con una gran ceremonia, a las 19 horas (21:00 de Chile), encabezada presumiblemente por el actual gobernante cubano Raúl Castro. Mañana se dará inicio al recorrido por la isla de las cenizas de Castro, a la inversa del que hizo la llamada "Caravana de la Libertad" en 1959, y que concluirá en el cementerio Santa Efigenia en Santiago de Cuba.