Metido en la piscina de un hotel cinco estrellas con un mojito en la mano, Alexis mira a su alrededor y dice que todo era tal y como le habían contado.
Los edificios color pastel, las palmeras, el agua turquesa, los camareros sonrientes. Todo a 140 kilómetros de su casa en La Habana, tan cerca y a la vez tan lejos durante años.
"Esto para nosotros estaba antes vedado", dijo Alexis, un empleado de una tienda estatal que pidió no ser identificado.
Preocupada por una caída de los ingresos obtenidos del turismo internacional, Cuba está recurriendo por primera vez en medio siglo a los cubanos con divisas como Alexis, que ocupan este verano un 10 por ciento de la capacidad de los hoteles de lujo de la isla.
El presidente Raúl Castro autorizó el año pasado el ingreso de cubanos a hoteles cinco estrellas exclusivos para turistas extranjeros a partir de la década de 1990, considerados fuentes estratégicas de divisas para financiar servicios gratuitos como la salud y la educación.
Pero es recién en los últimos meses que su Gobierno comenzó a ofrecer paquetes que algunos en la isla pueden pagar.
A US$+-70 la noche, los hoteles todos incluido de Varadero siguen fuera del alcance de la mayoría de los cubanos, que ganan el equivalente a US$19 mensuales.
Pero la apertura del mercado doméstico está haciendo emerger una clase con moneda dura que ostenta sin prejuicios las pulseras de plástico verdes, rojas y amarillas de los hoteles cinco estrellas.
"Aunque tengamos que ahorrar todo el año podemos venir a Varadero un par de días. Y déjame decirte que esto está de lo más sabroso", dice Alexis, mientras su novia regresa del bar con más bebidas en la mano.
Los nuevos turistas cubanos son profesionales, empleados de compañías extranjeras y personas que reciben dinero de familiares que emigraron a Estados Unidos.
"Antes un extranjero te preguntaba cómo era Varadero y uno no sabía qué decir", cuenta Roberto García, un ingeniero que 43 años que llegó a pasar el fin de semana en el balneario con su familia de seis personas. "Ahora, si tienes el dinero, puedes hacerlo", añadió.
REMESAS
El ministro de Turismo, Manuel Marrero, dijo a comienzos de agosto que había unos 6.000 cubanos en los hoteles de la isla.
Los turistas cubanos no inyectan directamente dólares a la economía, pero sí estimulan la actividad y absorben parte de los US$1.000 millones en remesas transferidos anualmente de Estados Unidos y Europa.
Y ahí está la clave, dice Paolo Spadoni, un experto en Cuba del Center for InterAmerican Policy and Research de la Tulane University en Nueva Orleans.
"Es poco probable que este tipo de turismo en pesos convertibles pueda compensar la caída en los ingresos del turismo internacional a menos que las remesas continúen creciendo y más cubanos que residen en el extranjero visiten a sus familiares en la isla", dijo el analista, que estudia las relaciones económicas entre Cuba y Estados Unidos.
Algunos de los cubanos entrevistados en Varadero dijeron que habían sido invitados por sus familiares llegados de Miami, cuyas visitas crecieron un 20% desde que el presidente Barack Obama anunció la eliminación de las restricciones de viaje a Cuba en abril pasado.
PARA EL PUEBLO
Cuba desarrolló el turismo a regañadientes en la década de 1990, en respuesta a la crisis económica tras la desintegración de la Unión Soviética. "Lo que aquí se recauda es para el pueblo", aclara todavía hoy un cartel a la entrada de Varadero.
La isla cuenta hoy con unas 55.000 habitaciones administradas por el Estado asociado por lo general a cadenas extranjeras como la española Sol Meliá o la francesa Accor.
Unos 2,3 millones de extranjeros aterrizan cada año en Cuba atraídos por sus playas y mística revolucionaria, convirtiendo al turismo en una de las mayores fuentes de ingresos de divisas, con unos 2.500 millones de dólares en el 2008.
Y aunque las llegadas aumentaron un 2,9% en el primer semestre del 2009, los ingresos cayeron debido a la depreciación del euro o el dólar canadiense frente al dólar.
Por el momento Cuba busca la forma de mantener sus hoteles llenos y gente como Alexis están felices de dar una mano.
"Esto aquí es fantasía. La realidad empieza el lunes cuando volvamos a La Habana", dijo, sorbiendo su último mojito mientras el sol se ponía en Varadero.