Primer acto: el protagonista se sienta y, entusiasmado, entona un "Chi-Chi-Chi…". Segundo acto: el interlocutor le dice al protagonista de la escena que la entrevista no es para Chile. Tercer acto: seguro de que se trata de un grupo de periodistas chilenos, antes de saludar, de volver a esbozar un "Chi-Chi-Chi…", o de cualquier otra cosa pregunta "¿cómo está 'Chaleco'? ¿Lo operaron ya?"
Más allá de la confusión inicial, y de lo divertido de la situación, el hombre está preocupado por la salud de su amigo, López. De ahí que el protagonista de la velada, se dé un largo tiempo para escuchar el parte médico que le entregan respecto del convaleciente "Chaleco".
Cyril Despres parece brillar. Es la estrella de la noche. El francés presenta su Peugeot 2008 DKR ante un auditorio que, en breve, estará lleno, ansioso de ver la apuesta de la casa gala para reverdecer laureles en la carrera cross country más dura del mundo. Y el cinco veces ganador en motos del Dakar es parte de la jugada de la marca del león. Es parte del factor humano de una estrategia diseñada para hacerse de la gloria en la clásica competencia, la misma satisfacción que el constructor conoció en estas lides, de modo consecutivo, entre 1987 y 1990.
Despres deja las motos luego de cinco títulos. Se pasa a los autos. Y todo lo que ha enfrentado desde marzo pasado, cuando anunció su decisión de cambiar de especialidad, lo tiene feliz. "No sé si muchas personas en el mundo tienen una profesión en la que, a los 40 años, deben aprender todo de nuevo", afirma. "Me encanta ese desafío", agrega el nacido en Fontainebleau.
Despres no deja de sonreír. Se le nota contento. "Es más que un sueño", dice al resumir su trabajo en el auto junto a pilotos de la talla de Stéphane Peterhansel y Carlos Sáinz, ambos ganadores del Dakar en coches y compañeros en Peugeot, de quienes intenta aprender cuanto más puede. "Es un lujo que pocos tienen: poder testear subiéndose primero con ellos y luego poder ponerme al volante. De cada uno voy mirando, porque tienen estilos muy diferentes de conducción por mucho que desde afuera se vean pasar parecido. Así, voy adquiriendo cosas que después intento aplicar", confiesa, asumiendo que esa colaboración con sus partners es una ventaja para un debutante en las cuatro ruedas como él.
Despres siente que se adapta bien y rápidamente a su nueva máquina. Al tratarse el 2008 DKR de un tracción trasera y basado en un concepto de diseño de buggy, las sensaciones que tiene en la butaca izquierda le son placenteras. "Voy manejando con una enorme sonrisa. Cuando salto o cuando derrapa, ofrece sensaciones muy similares a las de la moto, y siento que puedo hacer lo que quiera al volante, descubriendo y acercándome a los límites", asevera.
Despres, cuando plantea que parte con todo desde cero en su profesión de piloto, así lo siente sinceramente. De hecho, ahora deberá competir con un navegante al lado, quien le entrega las instrucciones y coordenadas. Lo ayuda a decidir. Algo que hasta ahora, hacía solo, concentrado en los manillares de su moto. Para acompañarlo en el habitáculo, el galo eligió a su compatriota Gilles Picard. Una apuesta segura, ya que el veterano copiloto ha sabido terminar el Dakar en lo más alto del podio y que viene de correr, en las últimas temporadas, con el chileno Igor Garafulic.
Despres, sin embargo, sabe que lo que se le viene desde el 4 de enero no será fácil. Pese a disfrutar "cada kilómetro que manejo, hay que respetar el desierto y ser humilde. Conozco las dificultades del Dakar, y mi tarea es intentar que el cambio de las motos al auto sea lo más rápido y fluido posible. Es un honor el que tengo, al ser elegido por Peugeot para ser uno de los pilotos en su retorno a esta competencia", reflexiona.
Despres está feliz. Posa para cada foto con su mejor sonrisa, luego de presentar su nueva montura para este Dakar. Y, aunque no lo diga, se le ve optimista encarando este nuevo desafío. Uno que, sabe a sus 40 años, representa uno mayor para alguien que ha sabido festejar en una carrera que perdona poco y entrega mínimas concesiones.