Sin el sonido del mar y las gaviotas, sino que con el ruido del tráfico santiaguino, la dupla femenina número uno de Chile entrena en las canchas de vóleibol playa del Estadio Nacional. En bikini, su uniforme de trabajo, Francisca Rivas (29) y Pilar Mardones (27) lucen sobre la arena ñuñoína un notorio bronceado traído desde la última fecha del Circuito Sudamericano en San Fernando de Apure, Venezuela, a finales de abril. Ayer, justo cuando en la capital empezó a diluviar, dejaron ese escenario para partir rumbo a Argentina, donde, desde hoy, tratarán de dar el último salto que las envíe directamente al Mundial de Viena.
Su actuación en suelo venezonalo dejó mucho que desear. Ya que cosecharon un séptimo lugar, que las hizo bajar al cuarto escalón de la general. Sin embargo, a falta de esta fecha final en Resistencia, Argentina, sus opciones están intactas: las mejores cuatro parejas de la tabla acumulada sacarán pasajes para Viena, que comienza a fines de julio.
Competir en Austria es la gran meta de las voleibolistas. Ambas dicen al unísono que van a clasificar. Es para lo que han entrenado y todos los cambios en su vida han sido con el propósito de que Chile sea representado por primera vez en la historia en una cita planetaria de mujeres. La vida laboral pasó a segundo plano.
Mardones dejó la oficina de diseñadoras en la que trabajaba y hoy se desempeña como freelance. Siempre va a los torneos con su computador, y manda encargos desde allá. Actualmente es la diseñadora de un programa del Ministerio del Deporte para promocionar la actividad física en el país. "Puedo ser diseñadora toda la vida. Voleibolista de alto nivel, sólo por algunos años. Así que es ahora cuando hay que ponerle empeño", dice Mardones.
En tanto, Rivas puede mantenerse impartiendo clases de voley playa en una escuela en Chicureo. Aumentaron las horas de entrenamiento y todo lo relacionado para mejorar el rendimiento. Un cambio que les gusta, sobre todo cuando se cosechan los frutos. Todo por el sueño mundialista.
Comenzaron jugando juntas en los Panamericanos de Toronto 2015, torneo donde terminaron entre las 10 mejores. La anterior pareja de Rivas se retiró, mientras que Mardones había optado por cambiarse del indoor a la playa: "Recién este año estamos afiatadas como dupla. Pasamos por altos y bajos. El año pasado fue de adaptación y esta temporada estamos mostrando nuestro real nivel". Pili valora la experiencia de su compañera, mientras que la Fran destaca la energía de Mardones. Dice que cuando está prendida, nadie la frena.
"Nos tenemos que conocer perfectamente para rendir bien. Cuando una se empieza a equivocar, contagia a la otra. Hay que ser honestas y transparentes. Si nos guardamos cosas, buenas o malas, se ve reflejado en la cancha. La comunicación dentro y fuera de ella es clave, siempre respetando el metro cuadrado de la otra", cuenta Francisca.
Las competencias en el vóleibol de playa son peculiares. Ya sea en Juegos Olímpicos, Mundiales o Sudamericanos, cada evento se vive como una fiesta, con música fuerte y un animador, como si fueran exhibiciones. "El ambiente caluroso es lo que nos encanta. En vóleibol indoor la relación con los rivales es nula. Las argentinas te miran con cara poco amistosa. En cambio en el playa hay muy buena onda", afirma Pili.
"Siempre se es protagonista en este deporte, ya que participas en todas las jugadas. Es mucho mejor jugar en la arena que encerradas en un gimnasio", opina Rivas, quien evaluó retirarse a fin de año, pero a vista del buen desempeño junto a Mardones, se reencantó golpeando la pelota.
"Si seguimos con este proceso y en esta misma senda, podríamos clasificar a los JJ.OO. de Tokio 2020. Estamos haciendo las cosas bien", señala la dupla ubicada en el 69º escaño de la ranking mundial. Creen que sería lindo llegar a los Panamericanos de Santiago 2023 "¿No estaremos muy viejas?", le pregunta Mardones a Rivas, a lo que ésta responde: "Estaría perfecto retirarnos ahí".