Antes de que las historias desaforadas y frenéticas de Relatos salvajes pongan en guardia al espectador, el director Damián Szifrón deja las cosas claras. En los créditos iniciales de esta cinta compuesta de seis cuentos de personas puestas al límite de la tolerancia y las buenas costumbres, se lee que fue dedicada a su padre.
Fallecido en 2013, Bernardo Szifrón fue el hombre que inoculó en el pequeño Damián su interés en el cine. Pero, aún más, fue quien le desarrolló un espíritu inquieto y un apetito por contar historias para todos.
"No concibo el cine sin que tenga entretención. No porque una película sea amena será más superficial o peor: lo importante es el acto de comunicación y la historia de amor entre el cineasta y el espectador", explica Szifrón, que con Relatos salvajes acumula ya 116 mil espectadores en las salas chilenas, transformándola en la producción argentina más exitosa estrenada en Chile en al menos los últimos 20 años. Con 20 semanas en cartelera, el largometraje protagonizado por Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia es también el más exitoso en la historia de su país, con 2, 6 millones de espectadores durante el 2014.
Un ritmo narrativo ágil, la recurrencia de rostros conocidos y la audaz elección de historias han hecho de esta película algo mas que un mero filme en cartelera. Es, a su modo, una pequeña terapia, con un gran efecto catártico, que ya se vio en el Festival de Cannes 2014 donde fue estrenada. Es una cinta dirigida a los espectadores, opuesta a los gustos más sutiles de los críticos especializados y muy emparentada con el buen cine de entretención estadounidense.
Ya lo decía Damián Szifrón en Cannes: "El cine no es como ir al museo donde la gente elige quedarse un segundo o un día mirando un cuadro. Es decir, alguien puede hacer un ladrillo de hora y media, pero también existen obras como El padrino, que duran tres horas y se pasan volando. La vi mil veces con mi padre". También con él vio los primeros spaghetti-westerns: "Me llamaron la atención aquellos cowboys sucios, barbudos, que disparaban fuerte y donde la sangre saltaba a borbotones. Todo eso unido a la música de fondo de Ennio Morricone, tan épica y romántica, era impresionante. Traté de hacer algo similar en un episodio de Relatos salvajes donde contrasto un paisaje árido e inmenso en la carretera con una música pomposa", explica.
Con 39 años y responsable de una seguidilla de éxitos en cine y televisión (la película Tiempo de valientes y la serie Los simuladores), Szifrón desarrolló Relatos salvajes en los ratos libres que tenía entre un rodaje y otro y un poco inspirado por el estilo de contar narraciones de su progenitor, hijo de un refugiado judío que escapó en tren de los nazis.
"Mi padre era un tipo muy expansivo. De pequeño era muy pobre y vivía junto a mi abuelo en una casa sin puertas ni ventanas. En Caseros, mi padre se hizo amigo del proyeccionista del cine, le llevaba las latas y, un poco como Cinema Paradiso, aprendió a querer las películas ahí", cuenta el cineasta.
En el filme dos de las historias que más sobresalen son protagonizadas por Leonardo Sbaraglia y Ricardo Darín, respectivamente. En la primera, un conductor arrogante de un Audi último modelo molesta y adelanta a un destartalado Peugeot 504. En la segunda, Darín es un empleado que se harta del abuso burocrático al tener que pagar una y otra vez la misma multa por dejar su pequeño auto en un lugar donde ni siquiera hay señalización. Ambas experiencias las vivió Szifrón, aunque a otro nivel: "Hay algo de justicia poética en la película. Me identifico, por ejemplo, con el tipo del Peugeot 504 y que te hagan luces desde atrás. Eso me genera mucha bronca. En Argentina es muy normal que pase eso. Como también es normal que la grúa te lleve el auto sin razón coherente. A los 18 años me solían sacar mi auto porque estaba mal estacionado, pero eso pasa porque no hay señalizaciones. Y bueno, un día volví indignado donde mi viejo y él me dice: 'algún día alguien le va a poner una bomba a un auto'. Y yo, casi irreflexivamente, le respondí: 'pero que buena idea papá'. Finalmente esa idea de mi viejo terminó siendo el móvil de Bombita, que es Ricardo Darín en la película".