En 2015, Chañaral fue una de las comunas más afectadas por los aluviones del norte de Chile. Dos años después, las recientes lluvias destruyeron 103 viviendas, luego de que se activaran las quebradas de Conchuelas y El Cabrito, en la Región de Atacama.
Estos antecedentes abrieron el debate respecto de si se debería seguir emplazando casas en la zona. Sin embargo, los vecinos se resisten a abandonarla, pese al evidente peligro de futuros aluviones.
Olga Donoso (64) perdió su casa en el sector de Conchuelas. En 2015, ya había sido afectada por los deslizamientos, pero la calma del sector es su razón para no dejar Chañaral. "A pesar de que no somos chañaralinos, con mi marido sentimos como si lo fuéramos. Llevamos más de 20 años acá", cuenta Olga, en medio de los restos de lo que fue su hogar.
Uno de los sectores más complejos de la comuna es la toma "Una Nueva Esperanza", ubicada debajo de una zona de pequeñas quebradas. "Por más de ocho años esperamos que nos dieran una vivienda social, pero finalmente nos vinimos, aquí porque no teníamos más alternativas", afirma Greimy Valle (28). "Nos da susto estar al lado del cerro, pero no hay más lugares donde vivir", agrega la mujer.
Contaminación
Las quebradas no son los únicos riesgos de vivir en Chañaral. Un estudio de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile arrojó que los niveles de material particulado fino exterior (MP 2.5) estaban afectando la función pulmonar de los alumnos. Esto se suma a una historia contaminante. Durante décadas se depositaron relaves mineros en la bahía, cuyos desechos son trasladados por el viento y la lluvia hasta el área urbana.
Pese a la calidad del aire y que desde 2015 espera una solución definitiva tras perder su casa, Francesca Torres (23) no quiere dejar Chañaral. "Mi hijo de cuatro meses tiene una alergia en su carita y yo sé que es por el polvo, porque ni siquiera hay suficientes médicos para atenderlo, pero es nuestra tierra", subraya.