"Todo nace cuando tenía siete años. Justo en esa época estaba el 'Chino' Ríos en su mejor momento. A mí me gustaba mucho verlo. A veces, ni terminaba de verlo y me iba al patio a jugar con las paletas de ping pong. Entonces, mi papá vio eso y decidió, como regalo de cumpleaños, inscribirme en la Federación de Tenis que estaba en San Miguel".

Con estas palabras Daniela Seguel (468ª WTA) narra su relación con el tenis, deporte que, a sus 20 años, la tiene como una de las promesas de la raqueta femenina nacional.

Esta semana alcanzó las semifinales del ITF de Túnez (arcilla, US$ 25.000), torneo al que llegó desde la qualy, y en el que derrotó a la primera sembrada, la serbia Aleksandra Krunic (156ª).

"El balance es totalmente positivo, fue mi mejor semana como tenista profesional. Además, logré el mejor triunfo de mi carrera", destaca la tenista, que hoy debutará en la qualy del ITF de Wiesbaden, Alemania.

La gran actuación de la tenista, de 20 años, tuvo mucho que ver con las dos semanas que permaneció entrenando en la Academia de Justine Henin, en Bélgica, gracias a los contactos de su técnico, Juan Pablo Abarca.

"Fue una experiencia increíble, compartí con entrenadores que saben mucho de tenis y, sobre todo, femenino. Sus consejos fueron muy importantes para lo que logré esta semana", afirma.

En el centro de la ex número uno del mundo, Seguel recibió las lecciones de Patrick Simon, antiguo coach de Amelie Mauresmo, otra que llegó a la cima de la WTA.

Eso sí, antes de este buen presente hubo momentos difíciles, pues estuvo a punto de retirarse en dos ocasiones. "Hubo desmotivación, problemas con entrenadores, de plata... Pero siempre estuvo mi familia apoyándome", relata.

Entre sus metas está progresar rápido: "Quiero meterme luego entre las mejores 200 del mundo. Aunque si es por sueños, me gustaría ser la número uno y jugar todos los grand slam, especialmente, Roland Garros. No sé si seré la número uno del mundo, pero sí me gustaría consolidarme entre las 50 ó 100 primeras".