La araucaria, árbol vital para el pueblo pehuenche y monumento nacional, vive amenazada por los incendios forestales y la sobreexplotación de su semilla (piñón). Pero desde principios de enero enfrenta un nuevo riesgo. Un raro fenómeno las está afectando, produciendo en ellas el deterioro progresivo de sus ramas y su muerte en menos de dos años.

Las causas de este extraño fenómeno, también presente en la población de araucarias en el lado argentino, tiene a investigadores del mundo público y privado tratando de encontrar una explicación.

Según una prospección piloto, hecha este año por Conaf, el 81% de las araucarias del país presenta algún porcentaje de daño, un 18% está sano y un 1% muerto. "Durante enero de 2016 se detectó una mortalidad de ramas en individuos de diferentes edades, así como también algunos árboles muertos, en un recorrido en la zona de Lonquimay, mismo fenómeno que se verificó en otros puntos de la Región del Biobío. La mayor concentración del daño se verifica en el rango de árboles menores a los tres metros de altura", precisó el director ejecutivo de Conaf, Aarón Caviedes.

Esta amenaza a la supervivencia de esta especie milenaria obligó a Conaf en Concepción a pedir ayuda y aunar esfuerzos en búsqueda de una respuesta. De hecho, se formó una mesa de trabajo, de la cual Conaf es la secretaría ejecutiva. La integran las Ues. de Concepción, de La Frontera, Austral, Mayor y Católica de Chile, más el SAG, el Museo de Historia Natural, Forestal Mininco, Bioforest (empresa de investigación de Forestal Arauco) y la empresa Controladora de Plagas Forestales S.A.

Desde Argentina

Ante la preocupación por el avance lento, pero sostenido de esta anomalía, se está trabajando con investigadores de Argentina. "No se tiene claridad sobre qué es exactamente lo que las afecta. Podría ser un microorganismo que las está enfermando o producto de condiciones ambientales. Es un proceso lento, pero no se detiene, empieza en la parte baja de las araucarias y va subiendo hasta matarlas. Es como si estuviera quemada, va perdiendo el color y cuando llega a la punta significa que el árbol ya está muerto", explica Jean Pierre Lasserre, gerente de tecnología silvícola de Forestal Mininco.

Ciertos predios destinados para conservación de propiedad de Mininco, en la Cordillera de Nahuelbuta, son los campos clínicos, donde la U. de Concepción está desarrollando un proyecto de investigación, que espera dar luces sobre este misterio científico.

En ese lugar se evalúa la celeridad del daño foliar y mortalidad observada, y se toman muestras de hojas y ramas lesionadas que se llevan a un laboratorio de patología forestal, para determinar qué microorganismos pueden estar presentes. El hecho de si son o no la causa de esta rara condición, que acelera la muerte de la especie a rangos de tiempo mínimo en comparación a su longevidad milenaria, está aún por verse. Las muestras aún deben ser contrastadas en Corea, donde existe una enorme base de datos sobre tipos de hongos, que es una de las hipótesis que se barajan.

"Podría estar asociado al cambio climático, con bajas precipitaciones, a la falta de nieve o a un aumento de las temperaturas, con un incremento de agentes como hongos o insectos. Estos cambios podrían producir estrés y reducir su capacidad de respuesta a un patógeno determinado", explica Eugenio Sanfuentes, investigador del Centro de Biotecnología de la U. de Concepción.

Se estima que dentro de dos años estarían los primeros resultados de la investigación.