Si bien, todas las culturas tienen celebraciones, e incluso fechas distintas para recibir el Año Nuevo, es sin duda el comienzo del calendario gregoriano la que convoca a más gente en el mundo. Y la costumbre de realizar cábalas apenas el reloj marca la medianoche se mantiene incluso en las generaciones más jóvenes.
En Chile, de más de mil personas encuestadas este mes por la consultora GfK Adimark, el 84% señaló que celebrará el Año Nuevo, y de ellos el 74% realizará algún rito.
Abrazar a alguien del sexo opuesto -para tener buena suerte en el amor o atraer una pareja- es la cábala más utilizada, y la razón, explica Carolina Correia, directora de comunicaciones de GfK Adimark, es que es la más sencilla, por lo que particularmente en ésta, son más los hombres que aseguran que lo harán. "Ellos realizan menos ritos que las mujeres, en todos hay diferencias importantes, esta es la única en que lo hacen en la misma medida", dice.
Carlos Ascencio, psicólogo y académico de la U. Católica Silva Henríquez, indica que la explicación al alto porcentaje de personas que realiza una cábala es una combinación de factores. Por un lado, está la manifestación de lo que se conoce como pensamiento mágico, basado en creencias muy irracionales que se sostienen por la experiencia cotidiana. "Por ejemplo, si entro con el pie derecho a dar una prueba y me saco un siete, puedo llegar a creer de manera más o menos razonable que fue a causa de ello. Uno tiende a establecer relaciones causales ante fenómenos que ocurren, independiente de si es verosímil o no", dice.
A ello se le suma la tendencia a atribuir características de personalidad a las cosas, objetos o animales, lo que mezclado con la necesidad permanente de controlar el medio, y la ansiedad que genera no poder hacerlo, nos hace ser muy propensos a generar relaciones espurias (que en realidad, no tienen conexión lógica).
Pero la popularidad de la cábala no sólo se explica a nivel individual, sino que existen mecanismos sociales en los que se legitima y reproduce. "Si nadie me valida no lo voy a mantener, pero tenemos un ambiente social que es favorable a ese tipo de manifestaciones. Somos bien indulgentes con las manifestaciones de superstición, las acogemos, les prestamos oídos, pero además cumplen un último valor que es ritualizar este tipo de situaciones sociales", sostiene Ascencio.
Así, el Año Nuevo se convierte en una ceremonia, compuesta de acciones que tienen cierto significado, pero además es entretenido y genera un ambiente de vinculación con la familia o los amigos, independiente de si en realidad la persona cree que comer lentejas le traerá prosperidad.
Ritos transversales
Los datos de la encuesta muestran que las cábalas se realizan en todas las clases sociales, rangos de edad y sexos, aunque en los mayores es más común preparar aquellos que requieren más materiales. "En general, son los mayores de 51 los que tienden a hacer más ritos y más complejos, como el anillo en la copa o las lentejas. Para los jóvenes, entre 18 y 35 años se repite más lo de la ropa interior amarilla y la maleta. Esto se condice con la relevancia del viaje en la sociedad chilena, donde es un sueño transversal y eso es más importante para los jóvenes, que tienen menos ataduras", señala Correia.
Qué tanto creen que el rito va a ayudarlos es otro tema, dice Ascencio. "Hay un porcentaje que lo hace por la situación social, pero no creo que lo controlen o validen a lo largo del año", indica. Aunque sí suelen recordarse cuando algo coincide con nuestras expectativas. "Si alguien realiza un ritual y le funciona, va a tender a acordarse más de eso que de todas las veces que no resultó, es un sesgo de confirmación. Tendemos a fijarnos más en aquellas cosas que van en la línea de lo que hicimos. Si como lentejas y me va bien o si encuentro pareja, voy a decir 'ah, fue por eso', pero si no, no presto más atención, así funciona el pensamiento mágico supersticioso", explica.