Cuando alguien planta una semilla en la mente de un niño es imposible saber con certeza cómo tomará forma en los siguientes años. Probablemente, el que le haya contado al joven Darren Aronofsky la historia de Noé y el diluvio universal no tenía la más mínima idea de la poderosa impresión que dejaría en él. Tampoco podría saber que, 30 años después, Aronofsky sería un controvertido cineasta nominado al Oscar y la historia de Noé, su gran pasión cinematográfica.

El Noé de Aronofsky es una superproducción épica de 150 millones de dólares, que logró enfadar a algunos líderes judíos, cristianos y musulmanes (que en su gran mayoría no la han visto) mucho antes de su estreno oficial, el viernes pasado. Protagonizada por Russell Crowe como Noé y Jennifer Connelly como su esposa, la cinta se estrena el jueves en Chile.

¿Se acuerda de la primera vez que escuchó la historia de Noé?

Siempre suelo hablar de un poema que escribí cuando tenía 13 años, pero la semana pasada, mientras conversaba con mi coguionista Ari Handel, tuve un súbito recuerdo de cuando era aún más pequeño. No sé dónde fue, pero sentía mucho miedo y era invadido por un sentimiento de terror: pensando en la historia de Noé, me preguntaba: ¿Y qué tal si yo no era uno de los elegidos para ir en el arca? Ahí comprendí que en todos nosotros existe la maldad y la crueldad. Cuando les enseñan esta historia a los chicos hablan del buen Noé y su familia, pero no de la dualidad del pecado original. Y lo fascinante de la historia es su contradicción evidente: todos descendemos de aquel pecado original. Incluso, si usted suscribe la idea de que Noé es totalmente bondadoso (lo que no es cierto, es sólo honesto, lo que no quiere decir bueno en términos estrictamente teológicos, sino que un balance entre misericordia y justicia), ¿por qué presentar este acto de destrucción si la siguiente historia en la Biblia es la Torre de Babel, es decir, otra historia acerca de cómo la arrogancia humana es aniquilada? ¿Por qué de nuevo? ¿Cuál es la razón? Para mí es una lección acerca de que aunque cargamos con el pecado original, tenemos una segunda oportunidad sobre la Tierra. Habrá castigo para nosotros, pero, por otro lado, hemos heredado la posibilidad de un nuevo camino.

¿Y qué clase de Dios es el que usted presenta, entonces? Ciertamente, no es el del amor que aprendimos en el colegio. ¿Es acaso uno que tuvo un mal día e hizo llover 40 días y 40 noches?

Hemos construido toda una película a partir de aquella decisión divina. El momento de la Biblia donde se lee: "Y el Señor sintió tristeza en su corazón" para destruir la creación es el punto dramático culminante de la historia. Piénselo: es sólo la cuarta historia en la Biblia. Primero es la creación, luego Adán y Eva, donde está el pecado original, después Caín y Abel, en que se produce el primer asesinato, luego pasan muchísimos años y llegamos a la época de Noé, donde está todo destruido. El mundo está maldito, la crueldad habita en nuestros pensamientos. Hay violencia contra el hombre y contra el planeta. Así que Dios va y destruye su propia creación. Lo que hicimos en la película fue justamente alinear a Noé con la mentalidad de Dios: él entiende lo que el hombre ha hecho, quiere hacer justicia y en el camino aprende también de la misericordia. Lo bello de todo esto es que es exactamente como Tomás de Aquino definió a la honradez y la virtud: una mezcla de justicia y misericordia. Mi guionista Ari (Handel) y yo siempre lo pensamos en términos de ser padres: si eres demasiado severo con tu hijo lo destruirás con tu rigor; y si eres muy piadoso y misericordioso, también puedes arruinarlo todo.

Quizás lo que hace a Noé un tipo virtuoso y honesto es que refleja en su persona los sentimientos de Dios.

Seguro. Es otra manera de ver la historia con la que conectamos absolutamente. Porque, en realidad, Noé quiere hacer cualquier cosa que Dios le diga. Esto nos llevó a la idea de que quizás ambos estaban alineados emocionalmente. Y Noé se libera totalmente cuando se emborracha hacia el final de la historia. Es algo tremendo que no suelen enseñar en las asignaturas de religión. Para mí es obvio que la borrachera de Noé tiene que ver con el sentimiento de culpa de un sobreviviente que hizo algo muy incorrecto. Es un estado de ebriedad tal, que el hombre queda totalmente desnudo y es capaz de enfrascarse en una gran discusión con sus hijos y maldecirlos para siempre. Por alguna razón esa parte de la Biblia no se cuenta mucho, pero es una gran pista de lo que significa toda la narración de Noé.

¿Hace cuánto tiempo le vinieron las primeras ideas de hacer algo sobre Noé? ¿Fue aquel poema que escribió a los 13 años?

Me temo que sí. A mi hijo le gusta el béisbol y me puse a buscar viejas láminas de álbumes de béisbol de cuando yo era adolescente. Trajiné unas cajas y encontré el poema de Noé. Se lo mostré a Ari (mi coguionista) y me comentó que temáticamente era muy parecido a lo que hablábamos en la película. Es acerca de cómo el mal habita en los corazones de todos y de las posibilidades que tenemos de enmendar el rumbo. Acerca de una segunda oportunidad.

¿Y escribió todo eso a los 13 años?

Así es. Lo que habla de lo temprano que se forma el hombre. De hecho, gané un concurso, lo que me hizo sentir que podía ser bueno escribiendo (la profesora de Aronofsky envió este poema a un concurso de las Naciones Unidas, que él ganó).

Hábleme del tema del árbol de la vida y él árbol del conocimiento que aparecen en sus filmes.

Me parece que es una imagen muy poderosa. La idea de que lo que nos separa de lo divino son esos árboles. Si se fija es también una metáfora de cómo estamos separados del resto del reino animal. Claramente, hemos tomado dominio de este planeta. Eso fue bellamente descrito a través de la idea de estos frutos prohibidos: es interesante que la diferencia entre el bien y el mal está a medio camino de la inmortalidad.

¿Cómo se describiría espiritualmente?

Definitivamente, creo. Mi más grande expresión al respecto está en la película La fuente de la vida.

Su hijo tiene siete años, cuando vea Noé, ¿qué le gustaría que se llevara de ella?

Es interesante. El otro día me dijo: '¿Sabías que el hombre es el único animal que mata a otro no por comida, sino que simplemente por matar?'. Le pregunté de dónde había sacado eso y no me lo dijo. Pero hay algo acerca de esa maldad o crueldad -y la violencia y la habilidad que manejamos al respecto- que para mí, al menos, encierra un mensaje ecológico del Génesis. Lo primero que a Adán se le dice es que debe cuidar de su jardín en el Génesis 2:15. En el Génesis 6 se habla de cómo ha llenado este mundo con violencia y aquello se puede conectar con que estamos viviendo nuestra segunda oportunidad sobre la Tierra y, sin importar en qué parte del espectro de pecados nos ubiquemos, sabemos que una suerte de gran diluvio se viene encima.

Por otro lado, en el Levítico, también en la Biblia, se habla de cómo cada siete años debemos dar un descanso a la Tierra. ¿Cuándo fue la última vez que hicimos eso? Claramente, estamos excedidos. Y creo que esa es finalmente la razón por la que hice esta película.