El primer ministro británico, David Cameron, afirmó hoy que el Reino Unido no busca iniciar otra guerra fría con Rusia, pero aseguró que defenderá sus valores democráticos.
En un discurso pronunciado en la City de Londres, Cameron acusó a Moscú de violación de la "integridad territorial" con las acciones llevadas a cabo en la vecina Ucrania, como la anexión hace unos meses de la región de Crimea.
Dijo que espera explicar su posición al presiden ruso, Vladímir Putin, este fin de semana en la ciudad australiana de Brisbane con motivo de la reunión del Grupo de los Veinte (G20, países ricos y emergentes).
El primer ministro descartó, no obstante, llevar a cabo una acción militar contra Rusia, pero apoyó las sanciones económicas, que, subrayó, están dando sus frutos.
"No creo que haya una solución militar, pero ese no es el único instrumento del que disponemos. Las sanciones económicas impuestas a Rusia están teniendo un impacto", declaró Cameron, quien recordó la caída del mercado de valores ruso y el rublo.
No obstante, advirtió de que, si Rusia sigue actuando como lo está haciendo, el Reino Unido continuará presionándola y la relación de Moscú "con el resto del mundo será radicalmente diferente en el futuro".
Cameron también se refirió a la violencia del Estado Islámico (EI) y defendió la necesidad de tomar medidas, después de que el Parlamento británico diera luz verde a los bombardeos aéreos contra posiciones de los yihadistas en Irak.
Según el primer ministro, "el coste de no adoptar medidas es mucho mayor" que tomar parte en acciones contra los yihadistas.
El pasado septiembre, la Cámara de los Comunes dio luz verde a los bombardeos aéreos contra posiciones del EI en Irak, aunque la aprobación parlamentaria no incluyó ataques contra estas milicias extremistas en Siria.
El Reino Unido lanzó sus primeros bombardeos contra posiciones del EI el pasado 30 de septiembre.
Londres no ha ocultado la preocupación por el alcance de la violencia del EI, grupo que ha decapitado a varios ciudadanos occidentales, entre ellos los británicos Alan Henning y David Haines y los periodistas estadounidenses James Foley y Steven Sotloff.