David Cronenberg tiene rostro de científico loco. También de profesor desquiciado de ciencias. O de filósofo existencialista contemporáneo. En la práctica reúne algo de las tres descripciones: antes de hacer cine estudió biología, afirma que busca acercarse a sus películas con la imparcialidad de un matemático y se identifica como un "existencialista del cine".
Nacido hace 71 años en Toronto, el realizador canadiense ha disectado los monstruos físicos y morales de su entorno desde Stereo (1969), su primera película. El tema era la telepatía y los experimentos, un par de tópicos recurrentes en su obra posterior, desde Scanners hasta La mosca o Mortalmente parecidos.
Basada en la novela Death stars de Bruce Wagner, su última película ya no tiene telépatas ni ratones de laboratorio, pero sí comparte con ellas la cualidad de muestrario del horror, de galería de las rarezas. Cada uno de los personajes de Maps to the stars es un caso de derrota existencial y el realizador los observa como un investigador lo haría con una colección de insectos. De hecho, una de las especialidades de Cronenberg en sus tempranos estudios fue lepidopterología. Es decir, el estudio de las mariposas.
En Maps to the stars, que la semana pasada se llevó la Palma de Oro de Cannes a la Mejor Actuación Femenina para Julianne Moore, los personajes son de este orden: una actriz en decadencia que busca el guión que la devuelva a la fama (Moore), un actor infantil insufrible que ya siente envidia antes de llegar a los 15 años (Evan Bird), un gurú de la autoayuda que no sostiene a su propia familia (John Cusack), una muchacha que quiere ser estrella trabajando de nana para los actores (Mia Wasikowska).
"No veo este mundo como un moralista. Me gustaría decir que estudio a Hollywood como un científico, como un tipo muy curioso. No tengo resentimientos ni rabia contra la industria, como algunos creen", explica el realizador en Cannes, un día después de que la cinta fuera aplaudida de pie en la sala Debussy.
Responsable de 21 largometrajes, Cronenberg siempre ha mantenido una independencia creativa a un precio muy caro: cada película que hace es un parto de financistas y productores arriesgados. "Jamás filmé en Estados Unidos. Incluso cuando hemos reproducido Nueva York o el medioeste norteamericano lo hemos hecho en Toronto. Maps to the stars es la primera cinta que me lleva a Los Angeles. Fueron cinco días, y fue porque tuvimos que mostrar las palmeras en las calles y el letrero de Hollywood. El resto se hizo en Canadá".
¿Por qué le interesa mostrar este lado de Hollywood?
Es un proyecto de hace unos 10 años. Siempre me gustó la novela de Bruce Wagner, que nació y se crió ahí. Pero aún así, junto a elementos que son grotescos, hay ternura y humanidad en los personajes. Es un cuento de amor y odio: lo que siente la mayoría de quienes viven ahí.
En la cinta hay productores miserables, ¿se ha encontrado con gente así en su vida?
Muchísimas veces. He tenido conversaciones que podrían integrar piezas del teatro del absurdo: tipos con poder y dinero que no tienen la más mínima idea de lo que significa una película, que no saben de creatividad, civilidad, colaboración, nada. No todos son así, pero inevitablemente te topas con ellos. Y bueno, esto se ha repetido siempre. Si alguien leyó el libro Hollywood Babilonia de Kenneth Anger, se dará cuenta que es lo mismo desde los años 20. En fin, la historia puede haber pasado en Silicon Valley, en Wall Street o en la industria del automóvil. En cualquier entorno donde hay competencia, la ambición y la envidia.
¿Por qué se considera un existencialista del cine?
Porque mis filmes tratan sobre la condición humana. No me gusta autoanalizarme, pero siempre me ha interesado el hombre, corporal o espirtualmente. Sea en mis primeras películas, estudiando los órganos, o en mis últimas donde están las relaciones. Mire, mi protagonista es Havana Seagrand (Julianne Moore), una actriz que ha dejado de existir. En Hollywood no mueres cuando se detiene tu corazón, sino cuando dejas de importarle a la gente.
El personaje de Julianne Moore es además cruel...
Sí... Tiene más de 40 años, los productores ya no la llaman, los estudios pierden interés en ella, el público la reemplaza por otra cara bonita y los agentes la olvidan. Viene la desesperación y, claro, la desesperación genera crueldad.
¿Le cuesta mucho encontrar inversores?
Muchísimo. La gente cree que es fácil para alguien conocido como yo. No es así. ¡Que lo va a ser! Ni siquiera Martin Scorsese puede hacer su nueva película sin pedirle dinero a todo el mundo. Creen que las hace con solo chistar los dedos. Imposible.
¿Es un nihilista?
Para nada. Si eres cineasta y te rompes el alma buscando dinero, no puedes ser alguien que no crea en nada. Ustedes ven a Maps to the stars como un filme oscuro y cruel, pero no saben lo bien que la pasamos haciéndolo. Nos reímos mucho. Insisto: soy un existencialista.