Es un punto que la gente no se cansa de destacar: uno de los más influyentes pintores del mundo hace tiempo que no toma un pincel. El británico David Hockney, pop art desde sus inicios y ahora fervientemente independiente de cualquier estilo y moda artística, encabeza hoy la que podría considerarse la mayor revolución en la pintura de las últimas décadas. Esto es, pintar sin pintura. O, más bien, crear una obra de arte a partir de su iPhone y una pantalla digital en blanco.

Es el gran zambullido de Hockney en la tecnología digital. En un día normal, Hockney es capaz de enviar media docena de obras digitales a sus amigos, a través de e-mail. Son creaciones realizadas con la aplicación Brush, que le permite hacer pinceladas con el dedo.

Su primer paso hacia esa dirección fue la obra Bigger trees nearer to warter, del 2007, que desde ayer se exhibe en la Galería Tate de Londres. Avaluada en más de 16 millones de dólares, se muestra en una instalación que hace gala de  su génesis computacional. En una misma sala, se muestra la obra original (un gigante de 12.2 por 4.6 metros, que reúne 50 lienzos pintados al óleo) y dos copias fotográficas de las mismas dimensiones, que recubren las demás paredes de la sala. El efecto, según el director de la galería, Nicholas Serota, es sobrecogedor. "Es asombroso. Hockney hábilmente ha juntado la tradición de la pintura en el exterior con la tecnología digital".

Aún sin dejar el pincel totalmente de lado (sus primeras obras totalmente digitales se realizaron a partir del año pasado), Bigger trees nearer to warter reúne técnica análoga (el pincel y el óleo), con avances tecnológico. El original fue pintado a mano, pero con la ayuda de un programa computacional que le permitió unir virtualmente los 50 lienzos y planificar la unión entre cada cuadro. Demoró cinco semanas en tenerlo listo.

Hoy pinta completamente en soporte digital, aunque advierte que "no siempre se necesita la tecnología". Lo digital puede ayudar, pero no reemplazar la pintura. "La pintura no puede desaparecer", asegura.

No es su primera colaboración con la tecnología. A sus 72 años, lucha contra la sordera con la ayuda de unos audífonos. Piensa que escuchar poco le ha dado mayor agudeza en la percepción de la luz y la sombra. "Picasso no tenía oído musical, pero tenía un increíble dominio del tono en el dibujo", explica. "Quizá no podía escuchar, pero veía más tonos que casi cualquiera".