A la hora del almuerzo, la Avenida Luis Emilio Recabarren, conocida popularmente como la Avenida Aeropuerto, se encuentra prácticamente desierta. Pero en un rincón de la tradicional feria, un cartel colgado en el extremo izquierdo de una diminuta pescadería advierte a los clientes: "Llegó la reineta". Del otro lado del mostrador, un hombre de pelo canoso, de 61 años, se obstina en limpiar cuidadosamente una de las piezas. Su nombre es Juan de Dios Ponce de Ferrari, y su destreza con el cuchillo tan sólo comparable a su golpeo con la pierna izquierda. Su nombre figura con letras doradas en los anales del Club de Deportes Iquique, con el que se proclamó campeón de la Copa Polla Gol (la actual Copa Chile), en abril de 1980.

De Ferrari, hijo de un pescador artesanal nortino y de una mujer italiana, inició su carrera en el profesionalismo en 1975, cuando Universidad de Chile, que se encontraba realizando la pretemporada en la capital de la Primera Región, decidió echarle la red a un talentoso jugador amateur que se levantaba cada día a las tres de la mañana para salir a pescar anchoas.

Pero al que el último día de preparación habían visto jugar al fútbol. "Me dijeron si me gustaría irme con ellos. Y me fui. Y en ese equipo estaba Pellegrini, Johnny Ashwell, Quintano, era un equipazo", rememora con orgullo.

Después, explica, llegó su paso por Ferro, Naval de Talcahuano e Independiente de Cauquenes, antes de recalar, por intermediación del legendario DT iquiqueño Ramón Estay, en el equipo de su ciudad natal, en 1979. Y un año más tarde, cayó el primer gran hito en la historia de los Dragones Celestes, la Copa Polla Gol de 1980, merced a un triunfo por 2-1 ante el todopoderoso Colo Colo en el Estadio Nacional. Una foto que descansa hoy sobre el mostrador de la pescadería Ponce de Ferrari, inmortaliza precisamente aquel momento. "Al principio todo el mundo pensaba que yo era argentino", comienza a relatar mientras señala con el dedo índice su larga cabellera rubia, 26 años más tarde. "Porque mi chapa como futbolista siempre fue Juan Ponce de Ferrari. Pero yo soy 100 % iquiqueño y hoy todos me recuerdan como un histórico del club", sentencia. De hecho, asegura, él es uno de los 15 jugadores de aquel plantel designados socios honorarios y vitalicios del club.

"Tengo una entrada de por vida a Cavancha. Yo tengo un asiento ahí. El A-43 es mío, en la Marquesina", confiesa. Al hablar del Estadio Cavancha, a Ponce de Ferrari se le nublan los ojos. "Es una emoción muy grande que se vuelva a jugar allí. Antes estaba lleno de hoyos y ahora es una mesa de billar. Me habría encantado poder jugar en el nuevo Cavancha", explica, "ese lugar sólo me trae recuerdos lindos".

El ex jugador, que en 1987 decidió colgar los botines -tras firmar un gran paso por Arica, el archirrival de los celestes- porque "las 600 lucas que ganaba al mes jugando a la pelota las hacía en un día vendiendo pulpo", es hoy hincha acérrimo de Iquique, y pescadero, claro. Un hombre de mar y de fútbol. Y no se muerde la lengua.

El que fuera -dice- "yunta de Pellegrini" y responsable con sus asistencias de que "Pititore Cabrera fichara por Colo Colo", no titubea ahora al decir que Bustamante fue "el que le cambió realmente la cara al equipo", que Diego Torres "sólo está para jugar medio tiempo" y que en Antofagasta, en la última fecha, Iquique "fue muy ratón cuando debería haber tirado todas las fichas a la mesa". Ni tampoco al culminar la conversación diciendo que "Católica ha sido el mejor equipo del año porque no es sólo un equipo, sino un plantel", pero garantizando que, el próximo domingo, los Dragones Celestes se quedarán con el triunfo: "En Cavancha le ganamos a Católica. Yo veo más difícil ganarle a Audax que a Católica". Juan de Dios Ponce de Ferrari, genio y figura del balompié iquiqueño.