Cuando Zak Ebrahim tenía siete años, su padre, Sayyid Nosair, asesinó en EE.UU. a Meir Kahane, rabino ortodoxo que fundó la Liga de Defensa Judía. Era el año 1990 y a Nosair lo declararon inicialmente inocente, pero estando preso por otros cargos menores, junto con otras personas, empezó a planear ataques a unos 12 íconos de Nueva York, entre los que se incluía la sede de Naciones Unidas. Esos planes se frustraron gracias a un informante del FBI. Pero la bomba de 1993 en el World Trade Center no se pudo evitar y Nosair fue condenado por su participación en ese atentado.
Ebrahim, al igual que su madre, se sorprendió al enterarse de lo que su padre era capaz de hacer. "Nací en Pittsburgh, Pensilvania, en 1983, siendo él un ingeniero egipcio, con una amorosa madre estadounidense, que era profesora de enseñanza básica. Entre los dos hicieron todo lo posible por darme una niñez feliz. Cuando tenía siete años, nuestra familia empezó a cambiar. Mi padre me enseñó una forma del islam que muy pocos, inclusive la mayoría de los musulmanes, llegan a conocer", dijo Ebrahim en una conferencia en marzo de este año.
Los actos terroristas cometidos por Nosair provocaron el derrumbe familiar, ya que tanto Ebrahim como su madre tuvieron que cambiar su nombre y trasladarse de ciudad constantemente (a los 19 años ya se había cambiado 20 veces de casa). Durante gran parte de su vida, Ebrahim mintió sobre quién era su padre. Pero hace unos años decidió hacer pública su historia y ofrecer su testimonio como un ejemplo de alguien que fue criado por un fanático y que, sin embargo, tomó el camino de la no violencia. El 9 de septiembre pasado lanzó el libro The Terrorist's Son: A Story of Choice (El hijo de un terrorista: una historia de elección).
"Me educaron para juzgar a la gente, con base en indicadores arbitrarios, como su raza o su religión. Entonces, ¿cómo pude abrir los ojos? Una de las primeras experiencias que pusieron a prueba mi modo de pensar fue durante las elecciones presidenciales de 2000. En un programa en el que participé en la Convención Nacional Juvenil, en Filadelfia. Un día descubrí que uno de los chicos con quien me había hecho amigo era judío y me di cuenta de que no había ninguna animosidad entre los dos. Nunca antes había tenido un amigo judío y me sentí muy orgulloso de haber podido vencer la barrera que toda la vida se me había hecho creer que era infranqueable", dijo en su conferencia.
"El hecho de que mi padre fue a la cárcel por un crimen incomprensible casi arruina mi vida, pero también la hizo posible. El no podía llenarme de odio desde la cárcel. Y, más que eso, no me pudo impedir entrar en contacto con el tipo de gente que demoniza", escribió en su libro.
El padre de Ebrahim creció en Egipto y llegó a EE.UU. en 1981. Al poco tiempo se reunió con su esposa y al año siguiente nació Ebrahim. En la charla, el joven recordó que pocos meses antes del arresto de su padre, éste lo llevó a un centro de entrenamiento de tiro en Long Island. "Con la última bala que disparé le di a la pequeña luz naranja sobre el objetivo y, para sorpresa de todos, especialmente mía, todo el objetivo estalló en llamas. Mi papá se volvió hacia los demás y en árabe dijo: 'Ibn abuh': de tal padre, tal hijo. A todos el comentario les produjo mucha risa. Pero unos años más tarde comprendí lo que a ellos les pareció tan gracioso. Vieron en mí el mismo nivel de destrucción que mi padre podría causar", señaló.
Ebrahim destaca que su experiencia de vida fue única. "Espero que alguien, algún día, a quien se le trate de llevar a la violencia, pueda oír mi historia y entender que hay un mejor camino. Que aunque a mí me condicionaron a esta ideología violenta e intolerante, yo no llegué a hacerme fanático. Por el contrario, decidí usar mi experiencia para luchar contra el terrorismo y contra los prejuicios", dijo.