Terminó su documental y sintió que había sido inapropiado. En 2008, Felipe Monsalve estrenó ¿Habrán esperanzas?, una cinta autobiográfica en que peleaba contra conflictos internos y malas decisiones. "No me gusta quedarme pegado en cosas que ya fueron", dice.
Ahora está en otra etapa: acaba de publicar Homeostasis, un libro que reúne testimonios de 23 personalidades chilenas que a su juicio han logrado "un grado de equilibrio y armonía". La selección es miscelánea, con personajes como el biólogo Humberto Maturana, el economista y ambientalista Manfred Max-Neef, el artista Hugo Marín, el empresario y ecologista Douglas Tompkins, el profesor de estética y musicólogo Gastón Soublette y el fallecido fotógrafo Sergio Larraín.
"Queríamos contactarnos con gente que estuviera en sintonía con la naturaleza, que fuera amorosa y dulce, con trayectorias profesionales interesantes y de distintos ámbitos", explica Monsalve. El resultado son relatos en primera persona de figuras que han liderado y participado en cambios de mentalidad de la sociedad chilena. Son miradas alternativas sobre la sociedad, la ecología, la economía, la sexualidad y las drogas, complementadas con fotos de Olivia Larraín e ilustraciones de Patricia Domínguez.
Homeostasis es la capacidad de un organismo de restablecer el equilibrio. Es lo que le ocurrió a Monsalve: tras estudiar derecho, luego cine y fotografía, terminó su documental y, en 2008, viajó al Amazonas. Participó en ritos chamánicos con ayahuascas y tuvo un despertar espiritual. Al volver a Chile, quiso crear una Feria de Sustentabilidad (en la que trabaja con Mathias Klotz), pero encontró una sociedad aproblemada. "Me dieron ganas de saber qué era lo que estaba ocurriendo".
Así comenzaron dos años de entrevistas a personajes que normalmente prefieren estar lejos del ojo público. "Se lo decíamos expresamente: 'cuando tengas ganas de conversar un poco, nos llamas'", recuerda. "Pasábamos gran parte del día junto al entrevistado: caminando, almorzando, conversando, fotografiando".
Ese acercamiento fue clave para lograr la entrevista con el fotógrafo Sergio Larraín pocos meses antes de su muerte. "Su hija Gregoria me dio ciertas coordenadas para ubicar dónde vivía Sergio. Viajé al Norte, y después de encontrar el lugar y demostrar mi capacidad rastreadora, me condecoró con la casilla de correo de Sergio. Volví a Santiago y le escribí una pequeña carta. A la semana uno de sus asistentes me llamó para decirme que me recibiría sólo a mí el lunes 7 de noviembre, a las 9 de la mañana, en su casa. Me lo dijo el domingo 6, a eso de las 8 de la tarde", recuerda. "Fui directo al terminal para encontrar un ticket de bus, que no existía. Pero una señora peruana que estaba ahí y viajaba a Ovalle me miró y dijo: 'Llévate mi boleto. Lo necesitas más que yo'".
Con el fotógrafo tuvieron una conversación franca, donde habló de la política y el egoísmo: "Estas personas que están en el poder se movilizan para que las sociedades se mantengan sin hacer conexión con la sabiduría", dijo Larraín. En esas mismas páginas, Gastón Soublette describe un mundo decadente: "Yo creo que si se derrite el Polo, si se quema la selva amazónica, en el fondo, es el corazón humano el que lo hace. Es el reflejo de la manera absurda en que estamos viviendo".