David Mamet hojea el diario una mañana en un hotel en Toronto. Se detiene en una entrevista a Bill Ayers, un académico que fue miembro en los 60 del grupo radical de izquierda Weather Underground. Lee una respuesta que le llama particularmente la atención: "No descartaría volver a hacerlo", contesta el profesor cuando le preguntan si pondría bombas de nuevo. Con eso en alguna parte de su cabeza, Mamet se va al aeropuerto y toma una avioneta hacia Boston, donde la frase cobraría otro sentido. Porque esa mañana es la del 11 de septiembre de 2001.
Esa entrevista y esa respuesta son parte de la inspiración que tuvo Mamet para escribir La anarquista, su obra más reciente sobre una prisionera que ha cumplido 35 años de condena por un atentado. Ella se juega su libertad condicional en una entrevista con una funcionaria de la prisión a la que tiene que convencer de que ha cambiado.
La obra fue estrenada con un sonoro fracaso el 2012 en Broadway y se anunció que se bajaba de cartel a sólo horas de su debut. Y su salida adelantada coincidía con las malas críticas casi unánimes. Dijeron que la obra era muy intelectual, que no tenía su característica chispa, ni siquiera los improperios que perfilaron a Mamet como un vanguardista al llevar el habla callejero a las tablas en los 70.
Mamet ha cambiado. La prueba más clara de ello es su conversión ideológica. "Como un chico de los 60, acepté como un artículo de fe que el gobierno es corrupto, los negocios son explotadores y la gente es normalmente buena de corazón. Estos queridos preceptos habían, a lo largo de los años, arraigado como prejuicios cada vez más impracticables. ¿Por qué digo impracticables? Porque a pesar de que aún sostenía estas creencias, ya no las aplicaba en mi vida", confesaba Mamet en el artículo Por qué ya no soy un liberal descerebrado. Era 2008 y David Mamet se volvía conservador.
Mamet nació en Chicago en 1947 y se hizo conocido en los 70 con sus obras testosterónicas, de ritmo acelerado y temas duros que criticaban el sistema. En 1984 ganó el Pulitzer por Glengarry Glen Ross, uno de sus textos más destacados, en el que retrata la crueldad del capitalismo.
Perversión sexual en Chicago, Búfalo americano y Oleanna son parte de las 29 obras que escribió antes de su punto de quiebre político. Para entonces también ya había acumulado una veintena de películas, en las que trabajó como guionista, director o actor. Ahí brillan sus dos nominaciones al Oscar y sus guiones de El cartero llama dos veces, Los intocables y Hannibal. ¿Quién dudaría que era parte de la elite cultural de izquierda de EE.UU.?
Hasta que el 2007 llegó Noviembre, una obra que lo cambiaría en su proceso de escritura. Porque el texto trataba de la disputa entre un conservador y un liberal y las reflexiones que hizo entonces lo llevaron a concluir que el sistema no estaba mal. Además descubrió que estaba de acuerdo con teóricos clásicos del libre mercado, como Thomas Sowell y Milton Friedman.
Hoy Mamet apoya a los militares, las grandes corporaciones, el libre mercado, la tenencia de armas y el sistema en general. El 2011 publicó un libro que expresa toda su nueva idiología política. En El conocimiento secreto: acerca del desmantelamiento de la cultura estadounidense apunta contra todos los íconos de izquierda: del socialismo a Jane Fonda. "Un libro extremadamente irritante", según criticó Christopher Hitchens en el New York Times.
Este año dos estrenos traerán las dos etapas de Mamet a Chile. En abril se estrenará en el Mori Bellavista Edmond, bajo la dirección de Antonio Campos y Gabriel Urzúa. Y en mayo en el Teatro UC debutará La anarquista, con dirección de Claudia di Girólamo y las actuaciones de Paulina García y Coca Guazzini.
Edmond (1982) sigue a un trabajador de cuello y corbata que cambia su vida después de que una adivina le dice que no está donde debería. Entonces él deja a su familia y se hunde en los bajos fondos de Nueva York, en una espiral de delitos. "Edmond está en el centro de la cultura, es poseedor de todo lo que nos dicen que tenemos que ser. Pero lo cuestiona cuando se acerca al margen, dice 'estoy vivo por primera vez ¿Cuánto tiempo pasamos vivos en el año, dos minutos?'", explica Gabriel Urzúa, codirector de la obra, y agrega: "Es política, porque se mete en asuntos sociales, no porque diga: arriba los pobres, abajo los ricos. Me parece más atractivo que se pregunte qué es el centro de la cultura, a decir que es lo peor que le puede pasar a las personas. La pregunta queda muy abierta".
Algo similar piensa Di Girólamo de La anarquista (2012): "Creo que él nos ubica y nos pone en su cabeza antes de decidir qué camino seguir. Es un poco reflexionar con él, sin llegar a ninguna conclusión, porque Mamet tiene la suficiente inteligencia para no dar una respuesta. No es una obra de derecha ni de izquierda". En ella el capitalismo y el anarquismo se enfrentan a través de la funcionaria de la cárcel y la prisionera. La anarquista dice que se ha convertido, que ha cambiado la causa política por la religiosa he incluso ha escrito un libro en que lo cuenta. Conversión y manifiesto, algo de lo que Mamet sabe.