Ronald Fuentes se da vuelta una y otra vez. Mira a la banca, nervioso, con una mano en el mentón.
El segundo descuento de Palestino instaló la máxima tensión en el estadio Fiscal de Talca. La hinchada del equipo árabe recuperó la vida, cuando agonizaba. En el último minuto del partido, hay tiro de esquina para los tricolores. El arquero Darío Melo atraviesa toda la cancha, corriendo a toda velocidad. Es la única opción que les queda para llevar la final de la Copa Chile a los penales.
Sin embargo, la ventaja es de 3-2 para Universidad de Concepción, que resiste con un hombre menos desde los 39 minutos. Viene el tiro de esquina y otra vez un zarpazo de Cristian Muñoz, apodado el Tigre, mantiene la ilusión del Campanil. El arquero, junto con Gabriel Vargas, son los héroes de un equipo sureño que está a instantes de conseguir por segunda vez el certamen.
Los dirigidos por Pablo Guede intentan una vez más, pero el cuadro auricielo está decidido a celebrar. Hasta que el árbitro Enrique Osses levanta sus brazos, suena el pito y termina el partido.
Pese al poco tiempo que lleva dirigiendo al cuadro penquista, Fuentes ya logró un título. Se abraza con sus colaboradores técnicos, rodeado de fotógrafos y camarógrafos. Sus pupilos salieron corriendo a festejar con los 10 que estaban en la cancha, saltando y gritando.
Por contraparte, Guede camina lentamente desde el banco, con las manos en los bolsillos, mirando y envidiando la alegría de quienes lo han derrotado, a apenas 10 metros de distancia. Pasa cerca de sus jugadores, los que se tapan el rostro con la camiseta o están en el suelo, desconsolados, con el dolor de una final perdida.
El podio ya está listo. La brillante copa plateada va en camino desde el borde de la cancha. El Arcángel, autor de un golazo desde mediacancha, es el encargado de levantar el trofeo, como capitán del equipo.
La Copa se eleva al cielo y en las tribunas no cesan los aplausos de jóvenes, adultos, ancianos, hinchas, alumnos y profesores, de toda la familia universitaria. Pura felicidad en la hinchada amarilla.
"¡Y ya lo ven, y ya lo ven, somos campeones otra vez!", gritan los jugadores del Campanil, mientras dan la vuelta olímpica. Palestino ya no está, sus fervientes hinchas se van con el grito del tercer gol ahogado, el estadio le pertenece al campeón... y también Chile. La Sudamericana espera al flamante monarca.
Fruto de la seriedad
Sobre el éxito del Campanil en el certamen criollo, Fuentes tiene una opinión precisa: "La razón del éxito del club es que le da importancia a la Copa Chile. La mayoría de los equipos la usan como una forma de preparación para el torneo nacional, mientras que la Universidad de Concepción siempre ha puesto a los mejores jugadores en los partidos de la Copa. Pablo Sánchez hacía lo mismo. Además, te permite mejorar tu currículo como entrenador".
La misma óptica fue compartida por Muñoz. " Para nosotros es un torneo muy importante: te da un título y un paso a un torneo internacional, además del derecho a jugar la Supercopa de Chile. La valoramos mucho y teníamos mucha ilusión de conseguirla. Le dimos un nuevo título a Universidad de Concepción y con eso quedaremos en la historia".