Lo encontraron sobre su silla, con la cabeza hacia atrás y los anteojos de montura negra colgándole de una oreja. De su boca, manaba un hilo de sangre. Era 10 de septiembre de 1968, y el poeta, premio Nacional de Literatura de 1965, militante del PC y férreo enemigo de Neruda, Carlos Díaz Loyola -más conocido como Pablo de Rokha-, acababa de quitarse la vida en su casa, en el número 106 de la calle Valladolid, en La Reina.
Ese día, el poeta se levantó temprano, cubrió sus hombros con su viejo abrigo de tweed, y a las 9 tomó el teléfono para hablar con su hija Lukó. Acordaron que ella lo pasaría a buscar para llevarlo a un control médico, pero De Rokha ya se encontraba ante el precipicio: esa llamada fue su despedida. Minutos después, bordeando las 10, se puso en la boca el revólver de plata Smith & Wesson calibre 44, el mismo que le había obsequiado Lázaro Cárdenas, el general y estadista mexicano que fue presidente de su país entre 1934 y 1940. El mismo, además, con que solo meses antes su hijo Pablo, también poeta, se había suicidado.
Su vida estuvo cruzada por la desmesura: entre el círculo literario y político, De Rokha vivió a la sombra de otro poeta apodado Pablo, y su obra tuvo elogios tardíos. Entre sus cercanos, en cambio, era un sibarita empedernido, receloso y de un humor intrépido. Pero tras la muerte de tres de sus hijos, además de la de Winett, su mujer y musa, De Rokha quedó devastado. Por eso, el delirio tembloroso lo arrojó a quitarse la vida a los 73 años.
Son estos, sus últimos momentos con vida, los que tuvieron al dramaturgo y director de la Escuela de Teatro de la Universidad de Valparaíso, Cristián Figueroa, sumido por meses en la más solitaria escritura: así surgió Tiernos y feroces, la trilogía financiada con un Fondart de Excelencia que indaga en el suicidio de tres emblemáticos personajes de la historia contemporánea chilena, encabezados por Violeta Parra, Luis Emilio Recabarren y De Rokha.
Será este último el primero en llegar a escena hoy, en el Parque Cultural de Valparaíso, dirigido por Andrés Hernández y protagonizado por Arnaldo Berríos y Catalina Saavedra. Luego será el turno de Violeta, a cargo de Jesús Urqueta, y con Claudia Cabezas en el rol de una arisca cantante de rock. Cerrará el ciclo Recabarren, dirigida por Cristián Keim, centrada en un grupo de actores que rememora el discurso del líder del movimiento obrero chileno. La trilogía completa estará del 19 al 21 de marzo en Valparaíso, y en abril de 2015 debutará en Matucana 100.
"No quería que fueran biográficas, aunque sí hay datos, pero son más bien un diálogo con sus mentes y discursos al borde de la muerte", explica Figueroa.