El jueves pasado, la comisión internacional que en agosto último convocó el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) para revisar el Censo 2012 dio un nuevo giro al caso. Tras un estudio del proceso, que implicó entrevistas, revisión de datos, metodología y hasta visitas en terreno a zonas encuestadas, concluyó que los datos del Censo 2012 sí pueden usarse para diseñar políticas públicas y que no es necesaria una nueva medición.

Más aún, el grupo -liderado por Griffith Feeney, doctor en demografía de la Universidad de California-Berkeley, e integrado también por Rajendra Sing, ex jefe de estadísticas censales de EE.UU., y Roberto Bianchini, especialista en censos y estudios estadísticos- señaló que la omisión -cuya tasa calculó en 9,3% la primera comisión nacional que el INE convocó para revisar el trabajo, a fines de abril- no afecta la calidad de la muestra y tampoco la comparabilidad, que la omisión en los censos de países desarrollados a veces es incluso mayor y que, en términos prácticos, la medición chilena pasó los estándares fijados por Naciones Unidas y organismos ad hoc en la materia.

"Este trabajo tiene el valor de que la comisión internacional convalidó el proceso chileno en todas sus fases con el estándar de Naciones Unidas para estadísticas y desde ahí concluye que, en grandes términos, en el Censo 2012 se cumplieron los parámetros para censos de población y vivienda", dice el ministro de Economía, Félix de Vicente.

¿Fue decisión de la comisión comparar el censo con estándares internacionales o lo pidió el gobierno?

No hubo sugerencia alguna de nuestra parte. Ellos han operado en forma completamente autónoma y de parte del INE la misión era sólo facilitarles los requerimientos que hicieran para realizar su trabajo.

¿En qué falló el Censo 2012?

El informe plantea que las cifras no se presentaron de manera correcta, en la línea donde se incluyó a las viviendas no logradas. Y ahí está la parte central de la falla, de las dificultades posteriores. Creo que si el director anterior (Francisco Javier Labbé) hubiera escuchado a los técnicos y hubiera integrado de mejor forma a todo el equipo, eso no hubiera sido tema, se hubiera presentado la información de otra manera y todos hubiéramos estado más satisfechos con el Censo 2012.

¿Es decir, no fue un problema de diseño, sino sólo de presentación?


Lo que se desprende de este nuevo informe es que la falla fue un problema de presentación de la información. Hay que sacar lecciones. Una es que los análisis que se han hecho a este censo son, sin duda, mucho más potentes que cualquiera que se haya realizado a otras encuestas en el país. Eso nos permite pensar que a raíz de esa mala publicación, porque nos dicen que los datos están buenos, hay que presentar los datos de una forma distinta.

Usted sugiere que en el INE le advirtieron a Labbé que había dificultades. Sin embargo, fue reticente a la autocrítica y tuvo que salir el Presidente de la República a reconocer el error e incluso pedir perdón.

Creo que el anterior director del INE cometió una falta de autocrítica, porque uno nunca puede hacer todo en forma perfecta y totalmente bien. Creo que le faltó integrar más comentarios o visiones distintas que podrían haber enriquecido el proceso. Respecto del Presidente Sebastián Piñera, en un acto de humildad y transparencia decidió pedir disculpas por los errores y las dificultades del proceso, pese a que los expertos internacionales aseguran que son dificultades que ocurren en todos los censos de países desarrollados.

¿Hay quienes tienen suspicacias respecto de este nuevo informe?

El gobierno, desde el día uno, actuó con total transparencia y en función de eso pidió un informe a una comisión nacional, por todos conocidos, aun cuando concluyó que el Censo 2012 no era usable para diseñar políticas públicas. Pero antes de recibir ese resultado, el actual director del INE, Juan Eduardo Coeymans, entonces director subrogante, dijo que pediría una segunda opinión. Eso fue en julio. La convocatoria a la nueva comisión no se decidió a partir de los resultados de la comisión nacional y, entonces, cualquier suspicacia pierde fuerza.

¿Por qué Coeymans consideraba consultar una segunda opinión si ni siquiera conocía la conclusión de los expertos nacionales?

Porque cuando un país invierte US$ 30 millones en un proyecto cuestionado debe tener dos evaluaciones para tomar la mejor decisión respecto de qué hacer con ese proyecto, con sus conclusiones, con los datos obtenidos. Fue prudente ir a una segunda consulta, más aún después de conocer el informe de la comisión nacional.

¿Qué harán con el informe de la comisión nacional entonces?

El informe de los expertos internacionales sirvió para hacer un análisis más profundo en los temas donde la comisión nacional determinó los problemas. Los dos cooperaron para tener un diagnóstico completo y, a la larga, en la decisión que tomaremos. Para el gobierno la comisión nacional entregó información valiosa que sirvió de base para el trabajo y los resultados de la comisión extranjera. Obviamente lo que plantearon no se va a guardar en un cajón.

¿Pero qué pasará con la tasa de omisión de 9,3% que calculó la comisión nacional y que es la base para decir que el Censo 2012 no sirve?

Esta pregunta tiene dos respuestas, tras el nuevo informe. Primero, la comisión dice que la tasa de omisión no es relevante o determinante en la calidad de un censo; que hay países desarrollados con una tasa de omisión de 9% y tienen un buen censo, y que hay otros con una tasa de 5% y un buen censo. También que en países desarrollados es más difícil que la gente se abra a entregar información y, por tanto, no es un dato que clasifique la calidad del censo. Segundo, también plantea que la omisión no se puede evaluar en base a la estadísticas vitales, porque esas también pueden tener diferencias, dispersión o error, pues de acuerdo con los parámetros de Naciones Unidas no hay certeza que las estadísticas usadas para determinar la tasa de omisión sean correctas.

¿Queda obsoleta entonces la tasa?

Eso es parte del análisis estadístico que el INE entregará la próxima semana. Ellos deben decidir si la tasa de omisión no es relevante o, por el contrario, si lo es. El ministerio no tomará esa decisión.

¿Fue un error haber convocado a la comisión nacional tan rápido?


Nosotros hemos actuado con total transparencia. Frente a un problema tan grande y complejo no se dudó en abrir el tema a la opinión pública, salió el anterior director del INE y entró uno nuevo, que tomó decisiones que fueron y seguirán siendo autónomas.

El informe dice que preparar un censo de este tipo, de derecho, tarda a lo menos cinco años y que no debe haber uno nuevo antes de 2019. ¿El de 2012 se preparó con poco tiempo y eso afectó el tema?

No tengo información para una afirmación así, pero doy un dato: en Estados Unidos, al igual que en muchos países latinoamericanos, se hace un censo cada 10 años y se empieza a preparar nueve años antes. Entonces, me pregunto ¿cómo nosotros podríamos ser tan campeones si Estados Unidos se prepara con nueve años de anticipación a su censo? Tal vez cinco años para el caso chileno puede ser poco. Pero esa decisión corresponde al INE.

¿Le parece razonable usar el Censo 2012, considerando las diferencias entre las dos comisiones?


El INE, en el caso del Censo 2012, tiene un equipo especial para cada una de las distintas etapas y proceso, son ocho personas directamente involucradas en el tema. Ellos son quienes deben analizar y decidir qué caminos se tomarán. Son los más autorizados para hacerlo.

Pero usted es la autoridad política, porque el INE depende del Ministerio de Economía. ¿Qué cree que debiera pasar con el Censo 2012?

Como autoridad política estoy buscando el mejor uso de los recursos invertidos en este censo. Espero que podamos utilizar el Censo 2012. Pero nosotros vamos a primar la decisión técnica de los expertos del INE por sobre la decisión política y esa es la razón por la cual hemos llamado a estas dos comisiones para que, para transparencia de todos los chilenos, vean cómo se toma la decisión.

Organismo autónomo

Hay quienes plantean que esto no habría ocurrido con un INE autónomo, pero otros discrepan...

La experiencia en la Ocde es que la mayoría de los institutos de estadísticas de los países miembros son autónomos y, por tanto, no es algo que nosotros queramos imponer en Chile. Pero también creo que si el INE hubiera sido autónomo las críticas por las dificultades del censo habrían sido más constructivas que destructivas, porque hubiera sido una institución transversal y propiedad de todos los chilenos y no como se mira hasta hoy: como propiedad o con la marca de un gobierno.

¿Un INE autónomo habría recibido críticas políticas más suaves?

Muchísimo más suaves, sin duda. Es lógico, porque si el INE hubiera sido autónomo, hubiera sido capital de todos los chilenos y los comentarios habrían sido más técnicos y menos en busca de votos políticos. Cuando se tiene la marca del gobierno de turno, la oposición política puede ver frutos de algún posible error o alguna dificultad. A mí me parece que la autonomía institucional es sana.

¿Y qué pasa con las críticas que hicieron los expertos?


Deben evaluarlas los técnicos. Pero las críticas técnicas escapan de lo político y pienso que vimos muchos comentarios ácidos hacia una institución técnica, hechos por personas que no son técnicas o expertas en esta materia. A eso me refiero con que la política primó en el tono de las críticas.

Antes del Censo 2012 este gobierno tuvo un capítulo similar con la Encuesta Casen 2010. ¿No cree que bajo esta administración se ha deteriorado la calidad y la legitimidad de la institucionalidad estadística en Chile?

Este ministerio no tiene injerencia en la Encuesta Casen, eso compete al Ministerio de Desarrollo Social (MDS).

Dicho eso, estoy convencido que el valor de esta discusión es también reconocer que la autonomía de las instituciones es relevante. Tenemos un profesional de primer nivel a cargo del INE y en el caso de la Casen el trabajo de campo lo está haciendo el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, institución reconocida por el mundo técnico. En ambos casos, el gobierno ha actuado con total transparencia y apertura a los comentarios, buenos y malos.

En su opinión, entonces, no ha habido daño alguno en el tema...

En nuestro caso, pienso que una autoridad que hubiera escondido las dificultades del Censo 2012 sí hubiera dañado la credibilidad de la institución y de la medición estadística del país. Pero, además, la comisión nos ha informado que envió su informe a los distintos organismos externos relacionados con el censo y le aseguro que si el informe hubiera sido malo, también habría sido informado a la comunidad internacional. Chile a nivel mundial mantiene un lugar respetado en cuanto a sus instituciones y su estabilidad.

¿Y a nivel de la ciudadanía?

Sí, ahí sí. A nivel de la sociedad civil y de la comunidad sin duda que todo esto fue un golpe mediático contra el INE. Pero es una institución de larga data y creo que este nuevo informe nos viene a decir 'señores ¿saben qué?... tal vez este trabajo del censo puede tener razón, el trabajo se hizo bien' y eso puede ayudarnos a recuperar la credibilidad del organismo en la opinión pública.