Cerca de 48 horas sin contacto alguno -pese a la dura derrota de las municipales del pasado domingo 23- se mantuvo la Nueva Mayoría, hasta que los presidentes de los partidos de la coalición gobernante decidieron reunirse en Valparaíso la noche del martes 25.

La inédita distancia era aún más profunda respecto del gobierno que -liderado por la Presidenta Michelle Bachelet- hacía sentir su molestia por los continuos desaires propinados por los líderes del oficialismo en la reciente jornada electoral, la primera que enfrentó el conglomerado en el poder y que pone en duda -más que nunca- su continuidad para un nuevo período.

A través de WhatsApp, los timoneles concordaron en conjunto rechazar, la tarde de ese domingo, la invitación de la Mandataria a La Moneda, desde donde se pretendía dar una versión única de la debacle que ya comenzaba a desestabilizar al oficialismo. En los planes de Bachelet y sus ministros había expectativas respecto de que una imagen de unidad podía dar por superada una semana previa llena de desencuentros.

Pero los líderes del conglomerado -que comenzaban a intercambiar noticias desalentadoras de los resultados electorales- enfrentaban la molestia de sus propios candidatos, que apuntaban a La Moneda como responsable de sus derrotas y decidieron marcar distancia.

En respuesta, el gobierno suspendió el comité político de la mañana siguiente, la única instancia conjunta en la que los líderes de la Nueva Mayoría analizan los pormenores de la contingencia junto al Ejecutivo.

Tanto en la Nueva Mayoría como en el Ejecutivo hay coincidencia de que el principal desajuste se produjo porque la derrota los sorprendió en un duro momento -prácticamente sin comunicación mutua-, lo que disparó las recriminaciones cruzadas. Mientras la dirigencia de los partidos está convencida de que los problemas de gestión del gobierno terminaron por sellar el destino electoral de la coalición -y citan como ejemplo las caídas de las ex ministras de Bachelet Helia Molina, en Ñuñoa, y Soledad Barría, en Puente Alto, pero en particular la pérdida de Carolina Tohá, en Santiago-, en La Moneda enrostraban responsabilidad a los líderes del conglomerado gobernante por un elenco débil -como Leopoldo Méndez, en Valparaíso- y la falta de acuerdo en comunas como La Reina y Punta Arenas, entre otras, que terminaron pavimentando el triunfo de la derecha. Los puntos medios del análisis -coinciden en el oficialismo- escasean.

La medición de fuerzas que se ha instalado entre Bachelet y la Nueva Mayoría se evidenció con claridad durante la jornada electoral. La excepción a la regla fue el gesto presidencial con Carolina Tohá: la Mandataria pidió a los ministros Nicolás Eyzaguirre y Rodrigo Valdés que llevaran personalmente sus saludos a la alcaldesa por su fallida reelección. En Palacio no dudan que la caída de la ex timonel PPD fue la más sentida de esa jornada para Bachelet.

La noche del domingo 23, parte importante del gabinete -incluidos subsecretarios y miembros del segundo piso- se aglutinó en torno a la Mandataria y -conscientes del virtual "gallito" que se agudizaba con la Nueva Mayoría- sugirieron poner sus cargos a disposición para destrabar las tensiones con la coalición, desde donde hace meses piden un severo ajuste ministerial. Pero la Mandataria rechazó la arremetida.

Lejos de optar por bajar el tenor del distanciamiento con la Nueva Mayoría, a primera hora del lunes 24, La Moneda visó la instrucción del ministro de Justicia, Jaime Campos, quien solicitó la renuncia a su cargo al director del Registro Civil, Luis Acevedo (DC). Apenas se comunicó la decisión se desató la tormenta con la DC, cuya presidenta, Carolina Goic, anunció que la colectividad congelaba su relación política con el gobierno.

Un alto dirigente de la Nueva Mayoría destacó la paradoja de que si fue Bachelet el principal punto de encuentro para el nacimiento de la coalición, hoy son sus acciones las que ayudan a la desafección por el futuro del conglomerado.

Un timonel asegura que desde hace seis meses están pidiendo una cita de la Mandataria con los líderes de partidos. Aún no hay respuesta.

El rearme que se anuncia"Está por verse si somos capaces de llegar unidos a las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales. Lo que uno espera es que prime el bien común, ya que lo que nos demuestran los datos es que la unidad es lo único que nos garantiza que podamos ser competitivos en un ambiente político complejo y adverso", señaló el presidente del PR, Ernesto Velasco.

En paralelo al debate por la distancia que se acrecienta entre La Moneda y la Nueva Mayoría, de manera más subterránea, también se reinstaló la continuidad de la coalición gobernante y la posibilidad de un rearme de sus fuerzas políticas con miras a 2017.

La inédita alianza -desde la DC al PC y que también integra al PPD y el PS- debutó junto al gobierno de Bachelet en 2014 y, al menos hasta ahora, evidencia un desempeño electoral bastante más débil que el de su predecesora, la Concertación de Partidos por la Democracia, que gobernó el país por 20 años.

El domingo 23, la Nueva Mayoría perdió más de 600 mil votos, más de la mitad de ellos en la Región Metropolitana, lo que hace cuesta arriba las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2017, incluso en un escenario -que no es el caso- de sintonía de una coalición y su gobierno.

Aunque como siempre el principal impulso de la discusión sobre el futuro de la Nueva Mayoría proviene de las filas DC, incluso en la falange se ha producido un giro. Si hasta ahora el foco del debate se centraba en la carrera presidencial, hoy las dudas se hacen extensibles al pacto parlamentario, en especial porque en las próximas elecciones debuta un sistema electoral proporcional.

Un influyente senador que solicitó mantener la reserva de su identidad dijo a Reportajes esta semana que "hay que comenzar a desdramatizar la existencia de más de una lista parlamentaria en 2017", y la reflexión también comenzó a tomar fuerza en el PS y el PPD.

En las próximas elecciones parlamentarias debutará un sistema proporcional que reemplazó al binominal que funcionó desde el regreso de la democracia al país en 1989. Ahora habrá más cupos en competencia, más oferta partidaria y más incertidumbre respecto de los resultados. Y no pocos señalan que se estimulará la dispersión de las fuerzas políticas.

En el PS-PPD, en tanto, hay coincidencia en que la manera en que se encare la presidencial 2017 será determinante a la hora de definir la lista parlamentaria de la Nueva Mayoría. "Si la DC va a primera vuelta, no hay pacto parlamentario", afirmó el senador PPD Guido Girardi.

El mismo mensaje entregó la noche del martes 25 la senadora y presidenta del PS, Isabel Allende, a su par DC, Carolina Goic, en la cita que reunió a timoneles y secretarios generales de la Nueva Mayoría. Aunque el encuentro no fue particularmente tenso con la DC -tras su anuncio de congelar relaciones con el gobierno-, la discusión sí se volvió más rígida cuando Allende le advirtió a la líder de la falange que si llevaban candidato a la primera vuelta presidencial los socialistas no iban a dar luz verde a un pacto parlamentario conjunto.

"Hoy, hay menos razones pragmáticas para estar juntos. El cambio de sistema genera fragmentación y obliga a que las coaliciones tengan razones de ser de fondo. Hoy, el matrimonio tiene que ser con amor", afirma el senador PS Fulvio Rossi, el mismo parlamentario que esta semana conminó a sus socios de pacto a elegir entre la DC y el PC para proyectar a la alianza oficialista.

"Quiero recordarle a la DC que muchos de sus alcaldes salieron electos gracias a los votos de la Nueva Mayoría y con el apoyo del Partido Comunista, así que sería bueno que tuvieran buena memoria", señaló, por su parte el diputado Daniel Núñez.

La colectividad que dirige Guillermo Teillier ha mantenido controlado el debate interno por su continuidad en la Nueva Mayoría; pese a ello, en los comicios del domingo tomaron nota del nacimiento de una tercera fuerza de izquierda -reflejada en el triunfo en Valparaíso de Jorge Sharp- que amenaza su escenario electoral inmediato. Un nuevo elemento de tensión para un conglomerado sobre el que se acrecientan las dudas sobre si va a ser capaz de enfrentar con las mismas características de su debut una nueva aventura electoral.