Puede que no se oiga muy bien, pero una investigación realizada por la Universidad de Keele, en el Reino Unido, comprobó que decir garabatos o maldecir al momento de carse o golpearse reduce el dolor que se siente.
El estudio publicado en la revista "NeuroReport", concluye que al usar términos calificados como negativos, que expresen ira o ánimo de insultar de manera grosera, se alarga en un 50% el tiempo en el que se puede soportar el dolor. El director de la investigación fue el profesor de Psicología de la universidad, Richard Stephens, quien tuvo la idea de estudiar esta conexión cuando accidentalmente se golpeó un dedo con un martillo.
Stephens pidió a 64 estudiantes voluntarios que metieran una de sus manos en un balde con agua helada y hielo y que resistieran lo más posible mientras repetían un improperio de su elección. Después, les pidió que repitieran el experimento, pero esta vez utilizando una palabra común escrita sobre una mesa.
El resultado fue que los estudiantes resistían una media de 2 minutos cuando empleaban términos ofensivos, indecentes o groseros, y una media de un minuto y quince segundos cuando no lo hacían. El estudio admite que no queda claro el cómo o el por qué de la existencia de este vínculo, pero sugiere que el efecto de reducción de la sensación de dolor tiene que ver con que las groserías aceleran el corazón de las misma forma en que sucede cuando el cuerpo se encuentra ante una situación de peligro y, por reflejo, trata de reducir la sensación de amenaza.
Esta sería la razón por la que a lo largo de los siglos se ha creado en todos los idiomas un lenguaje paralelo de improperios, aun advierte que para que realmente surja efecto, debe haber una conexión emocional con la palabra, por lo que si se repite mucho, como para hacerse parte del vocabulario común, la protección no logra su efecto.