Chile había ganado esa noche en el Nacional. Fue agónico, con lo justo, casi cayendo, pero lo importante fue que Perú había sido derrotado 2-1, con goles de Arturo Vidal, figura de la cancha, quien jugó resfriado. La noche era feliz y la gente se iba del estadio sabiendo que, aunque el camino restante hacia el Mundial es difícil, las posibilidades siguen estando.

Eso sí, el pensamiento de Juan Antonio Pizzi (48), el entrenador argentino de la selección, estaba en otra frecuencia.

Primero se lo dijo a Claudio Bravo, el capitán. Y luego de que la Presidenta Bachelet dejara el camarín después de saludar al plantel, salió del vestuario para decírselo a Arturo Salah, el presidente de la ANFP, y a Andrés Fazio, el primer vicepresidente y con quien el DT trabaja más cercanamente. Lo que Pizzi tenía que decir en un pasillo del Nacional era simple.

Su cargo estaba a disposición de los dirigentes.

Pizzi estaba enojado, molesto por el ambiente que se había creado luego de las derrotas con Paraguay, el empate con Bolivia en Santiago y la caída con Ecuador de visita. Pero lo que más lo había irritado fue una noticia, publicada por La Tercera, de que un asado del plantel había terminado con dos jugadores (Miiko Albornoz y Erik Pulgar) con problemas estomacales, además del virus gripal que ponía en duda la presencia de Vidal ante los peruanos. Tenía la sensación de que se le estaba intentando igualar con otros procesos menos serios de la selección, que se estaba atacando su profesionalismo, pero también el de la gente que trabaja en Pinto Durán, el centro de entrenamientos de la selección.

Por eso, Pizzi decidió hacer pública su puesta a disposición del cargo. Aunque Salah y Fazio intentaron calmarlo, de decirle que estaba el apoyo de plantel y la dirigencia, y de que no podía irse luego de ganar la Copa América Centenario, una Copa América que, además, se ganó en suelo extranjero, Pizzi estaba determinado.

-Dijo lo de la renuncia en conferencia porque no iba a tener otra instancia para comunicárselo a los hinchas, ya que no da entrevistas-, dice un cercano de Pizzi desde sus años rosarinos. -No lo estaba pasando bien, y si le toca irse lo hará, no se quedará por un tema económico.

Felipe Correa, gerente de selecciones de la ANFP desde 2010, quien tiene a su cargo la logística y producción de los viajes y partidos de la Roja, además de las visitas a los jugadores chilenos en el extranjero, entrega su versión: "Asados hemos hecho toda la vida en el quincho de Pinto Durán", explica. "Con mucho orgullo puedo decir que hicimos muchos asados en la época de Jorge (Sampaoli). Había un virus dando vuelta bien fuerte. Creo imposible que haya sido una intoxicación, como se dijo. Había 50 personas en ese asado y habrían caído todos".

El enojo y la puesta a disposición del cargo de Pizzi luego del partido ante Perú quedó en nada. Lo que sí quedó fue el mensaje entre líneas. Y el mensaje es más o menos este: Pizzi no está dispuesto a cualquier cosa con tal de quedarse en su cargo de seleccionador nacional.

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Luis Faúndez miraba el reloj. En la noche del martes 18 de octubre, su club, Santiago Morning, celebraba 113 años de vida en su sede social de Independencia y él, como gerente general, debía estar pendiente de cada detalle. Recibió a Humberto "Chita" Cruz y Esteban Paredes, dos estandartes de la historia del equipo. Sólo uno de los invitados estelares falló a último momento, uno de sus ex entrenadores más connotados. Para excusarse, Juan Antonio Pizzi le mandó a Faúndez un video por WhatsApp. No era su idea abandonar a los asistentes a la gala del equipo que, hace siete años, proyectó su carrera de entrenador.

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Los primeros pasos de Pizzi como técnico están ligados a un viaje que hizo con el ex defensor central de la UC y seleccionado peruano José Guillermo "Chemo" del Solar. Ambos habían entablado amistad en Tenerife como jugadores, a principios de los años 90, y habían comenzado a estudiar para obtener el título de entrenador en España por la misma época. En 2004, decidieron ir a Holanda para conocer de primera mano el trabajo de Guus Hiddink y Louis van Gaal en PSV y Ajax, respectivamente. Pizzi sentía una especial admiración por el último, que lo había dirigido entre 1996 y 1997 en el Barcelona. Le gustaban los principios del "juego de posición" y su alto volumen de ataque.

Tras la visita, Pizzi quiso poner en práctica su propia fórmula y encontró una oportunidad en Colón, el equipo de su ciudad natal, Santa Fe. Invitó a Del Solar, que trabajaba en el Villarreal de Manuel Pellegrini como DT del equipo filial. Este reconoce que aceptar no fue la mejor opción.

-Fue una idea descabellada de Juan Antonio -cuenta "Chemo" del Solar-. Cometimos esa locura por culpa de la inexperiencia. Creo que Juan no se había titulado todavía, no había terminado el curso y ni siquiera había dirigido a juveniles. Eramos novatos y el club tenía prisas. Duramos tres partidos.

Pizzi tuvo que rearmarse desde cero. Luego de un discreto paso en 2006 por Universidad de San Martín de Perú, club al que llegó recomendado por Del Solar, estuvo tres años sin entrenar. Un ex compañero de Rosario Central, Darío Marra, y su socio, el ex delantero de la UC Jorge "Polo" Quinteros, lo comenzaron a representar informalmente. Movieron sus contactos por el continente hasta que Quinteros recibió una respuesta interesante desde Chile. El cantante de la Nueva Ola e intermediario de transferencias, Wilfredo Labarca, más conocido como Wildo, se mostró interesado en encontrarle trabajo en Chile. Probó con dos dirigentes amigos de Santiago Morning y consiguió una reunión con el dueño del club, Miguel Nasur.

Una mañana de mediados de 2009, Eduardo Rojas, gerente de competiciones de la ANFP de Harold Mayne-Nicholls, estaba en la oficina de Nasur, conversando sobre las mejoras que necesitaba el estadio de La Pintana para ponerse a tono con el resto de los recintos de Primera División. Su reunión había terminado e iba de salida cuando se encontró de frente con Juan Antonio Pizzi y Wildo.

-¿Es Pizzi? -le preguntó Rojas a Wildo.

-Sí, huevón.

-¿Qué hace acá?

-Va a ser entrenador del "Chago".

Rojas no lo podía creer. Venía de hablar con Nasur de todos los problemas que tenía la institución para nivelarse con los otros equipos en términos de infraestructura y ahí estaba Pizzi, pichichi de la liga española, ex goleador de Barcelona. "Hubo mucho mérito de Wildo en traerlo, tuvo mucha visión", dice Rojas.

Las múltiples penurias de Pizzi durante su año en el Morning son conocidas. Al principio no tenía ropa para entrenar y cuando la obtuvo le dijeron que la lavara él mismo. Después pidió viajar en un chárter y le respondieron que se acostumbrara a andar en bus. "Nunca se le explicó claramente la realidad del club antes de llegar", comenta Faúndez. "Había que ponerse a la altura de él y decirle que no estaban los recursos".

Pese a que estaba sin su familia y en un club precario, Pizzi se fue aclimatando y logró buenos resultados. Bajo su mando, el "Chago" llegó a las semifinales del Clausura 2009, donde cayó ante Universidad Católica. Su estilo era distinto al que los jugadores estaban habituados. "Imponía respeto. Siempre mantenía esa pequeña distancia para que el jugador no se pasara de la línea. Compartía al comienzo de los asados y luego se iba", recuerda Ali Manouchehri, ex defensa de Santiago Morning.

Al DT santafesino le preocupaba seguir mejorando sus condiciones de trabajo, por lo que ayudó a negociar los premios del plantel, consiguió una pretemporada en Coquimbo y la participación en un cuadrangular en Rosario, contra Newells, Alianza Lima y Colón. Como no tenía necesidades económicas y le importaba el currículum, muchas veces se olvidaba de cobrar su cheque a fin de mes. Finalmente, cuando le tocó dejar el club, le pidió a Faúndez que repartiera su finiquito entre el cuerpo técnico. A partir de ese momento, las cifras en sus contratos se elevarían exponencialmente.

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Poco se supo de la ceremonia, porque no se convocó a la prensa. Mauricio Pinilla subió una foto a su cuenta de Instagram y estaba ahí, en Pinto Durán, con una réplica de la Copa Centenario ganada en Estados Unidos. A todos se les entregó la misma copia, desde el cuerpo técnico a los jugadores, desde los utileros hasta los cocineros. Cuando terminó la entrega de los trofeos, Pizzi pidió hablar. Agradeció a todos y luego sacó un libro gigante. Era un informe de toda la Copa América hecha en Estados Unidos, con detalles de todos los entrenamientos, los trabajos físicos, de todas las alineaciones, los cambios, los itinerarios. Pizzi entregó el libro a Salah para que quedara en la ANFP, además de una copia digital del informe. Los dirigentes quedaron impresionados. Ni Bielsa ni Sampaoli habían dejado un informe de este tipo luego de las participaciones de Chile en los diferentes torneos de los últimos años.

Cuando la selección no está jugando, Pizzi llega a las 9 de la mañana a Pinto Durán, después de ir a dejar a dos de sus hijas que van al colegio, el Francisco de Asís. La mayor, que estudió Relaciones Internaciones y que tiene 24, hace su práctica en la Cepal, en Santiago, mientras que el único hombre, Nicolás, está en la sub 20 del León, el ultimo club que dirigió Pizzi antes de tomar la Roja.  A veces, el DT llega y se va de Pinto Durán en bicicleta. El trayecto es largo. Pizzi vive con su esposa, Carolina Reynoso, con quien está desde que era un incipiente jugador de Rosario, y sus tres hijas, entre los barrios de San Damián y San Carlos de Apoquindo, en la parte alta de Las Condes.

La semana pasada, Pizzi partió a México a ver a Nicolás. Ahí aprovechó de ver el partido de Chivas contra Cruz Azul, equipo donde juegan los seleccionados chilenos Enzo Roco y Francisco Silva. Cuando el grupo se junta, sus principales canales de comunicación con el resto son  Bravo, Vidal, Medel y Sánchez. Los pilares de la selección en los últimos años. Esa manera de trabajar la ha ido repitiendo en los diferentes clubes por los que ha pasado.

Más allá de viajes esporádicos a ver jugadores y de los partidos mismos, las mañanas en Pinto Durán son de planificación, de seguimiento de los 45 jugadores seleccionables con el equipo audiovisual, que viene en su mayoría de la época de Sampaoli y con quienes, además, analiza los rivales de turno. También hay planificación de partidos amistosos, giras, y se revisa la contingencia de algún jugador. Pizzi almuerza a la 1 y se va alrededor de las 3 de la tarde, pero cuando hay partidos, no se mueve de Pinto Durán. Se queda la semana entera adentro, aunque haya tiempos libres para los jugadores. Fútbol ya casi no juega. Después de su exitosa carrera de jugador, sus rodillas quedaron prácticamente sin cartílagos. Solo una vez jugó fútbol desde que llegó a Chile y fue en un partido con el staff de las divisiones menores. Entendió que era preferible soportar el dolor una semana que restarse de la actividad, dicen en la ANFP. Jugó de 10.

Felipe Correa, gerente de selecciones, dice que en la primera gira en que Pizzi  visitó jugadores, que se hizo en febrero,  hubo muchos hombres que no nominó de inmediato. La idea era establecer un nexo con ellos. "El mensaje era 'vengo a verte no porque te voy a nominar mañana, sino porque eres del universo de jugadores nominables de la selección'", cuenta Correa. "Cuando venían después, se sentían parte del grupo".

Pizzi es de salir a comer bastante. De su paso por España le quedó el gusto por la comida mediterránea. Además de andar en bicicleta, también le gusta jugar golf. En su finca de Rosario se juega polo. José Guillermo del Solar recuerda que la única vez que jugó ese deporte lo hizo ahí. Pizzi, en todo caso, no perseveró arriba de los caballos. En música, escucha a La Beriso, una banda argentina nueva emparentada con Callejeros, la banda de cabecera de Jorge Sampaoli. Lo suyo es de mucho rock argentino, aunque está lejos de ser un melómano. Cuando llegó a Santiago, en 2009, compró una van Chrisler blanca y vivía cerca de Alonso Córdova, en un departamento. Ahora maneja un Audi A6 blanco.

Correa recuerda un episodio del Pizzi más político, cuando lo va a ver a su oficina en Pinto Durán y el entrenador está viendo una noticia argentina en la que se dice que el número de pobres de ese país llega al 33%. Correa le dice a la pasada: "Que son hartos". Pizzi lo mira y luego le busca un video de Aníbal Fernández, ex jefe del gabinete de ministros del gobierno de Cristina Fernández, comentando la cifra de 5% de pobreza que acababa de publicar el gobierno K el año pasado. Un periodista le dice a Fernández que eso significa que Argentina está mejor que Dinamarca, Finlandia, Noruega. Fernández responde que "esos países no lo están pasando bien".

Pizzi lo mostraba. Y se reía. "Es independiente más que neutral. Escéptico de lo que puedan hacer los políticos, pero es comprometido, se preocupa", dice Correa.

En la interna, transmite que lo marcaron los clubes donde dirigió y habla con cariño de esos procesos, como la UC, en Chile; San Lorenzo, en Argentina, y Valencia, en España. Donde mejor rendimiento logró fue en la UC, con 71% de los puntos disputados.

El poner su cargo a disposición tras el triunfo contra Perú refleja que Pizzi no está del todo cómodo con las críticas, algo que en la ANFP, dicen, no se refleja en el día a día. "Siente que puede haber un trato injusto, pero no es de victimizarse ni de decir que hay que controlar a los medios o comunicar mejor", dice Felipe Correa. "Era injusto cuando Felipe Bianchi lo comparaba a Juan con el Pelao Acosta, algo muy lejano a la realidad. Aprendió mucho de Van Gaal en el Barcelona y de él agarró muchas formas de trabajar".

"Es un tipo con huevos. Así como en su momento tomó el Morning, ahora aceptó el desafío de tomar la selección", agrega Wildo.

Ultimamente sintió empatía por la situación de Sebastián Beccacece con su salida de la U. Cuando Pizzi debuta como técnico con Colón de Santa Fe lo despiden después de perder tres partidos seguidos. Tras esa experiencia, Pizzi se tuvo que ir a Perú, donde no le fue bien, y luego tuvo que esperar tres años para agarrar a Santiago Morning, un equipo precario, donde finalmente terminó por despegar.

A pesar de las turbulencias, Pizzi está convencido de que está para cosas grande con Chile. "Cree que puede ser campeón del mundo con la selección chilena", dice Correa. "Cuando llegó dijo que si se clasificaba al Mundial, con el equipo que hay, de verdad se puede meter ruido en una instancia así. Su motivación de agarrar este equipo es que está el potencial de pelear cosas importantes y jugar como a él le gusta".

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Hay quienes creen que la etapa de Pizzi en Universidad Católica comenzó con una deslealtad. Sus representantes informales, Jorge Quinteros y Darío Marra, aseguran haber sido marginados de la negociación con la UC, a pesar de tener un acuerdo de palabra con el técnico. Ambos todavía están molestos con él y se rehúsan a entregar detalles de lo que pasó. "Conmigo, profesionalmente se portó muy mal. Lo llevé a Chile y me fue muy mal con él, me traicionó, pero no quiero armar un lío, ya pasó", dice Quinteros escuetamente.

En San Carlos de Apoquindo aclaran que la confianza de Buljubasich en Quinteros -su compañero en aquella UC campeona de 2005- se había ido agotando por las recomendaciones de refuerzos que no habían funcionado, como Nicolás Gianni.

En su calidad de intermediario, Wildo explica su versión de los hechos: "Jorge y Darío se quedaron con la impresión de que íbamos a seguir trabajando con Juan Antonio. Nosotros lo habíamos traído al Morning y es ahí donde despega su carrera. Lo que se había hablado era que siguiéramos con él hasta llevarlo a un club importante de México o Europa, pero Juan Antonio decidió negociar directamente con el (José María) 'Tati' Buljubasich, su amigo que estaba de gerente en Católica".

Fue en la UC donde Pizzi comenzó a modelar su ideal de juego. El equipo venía siendo dirigido por Marco Antonio Figueroa, un técnico en permanente conflicto, por lo que el contraste se hizo evidente de inmediato. "Pizzi era más sereno, estaba enfocado netamente en el trabajo del equipo, por lo que nos dio esa tranquilidad para pensar en nosotros", recuerda el volante Jorge Ormeño.

"Es un tipo emocionalmente tranquilo, que no te va a manifestar nada. No es hosco, sólo serio. En la vida es igual", dice el PF Jorge Fleitas, que después de la UC siguió a Pizzi a Rosario Central y San Lorenzo.

Así como en la Roja estableció puentes directos con los referentes (Bravo, Vidal, Medel, Sánchez), según el ex defensa David Henríquez, en la UC hizo lo mismo. "Conmigo tuvo algo muy especial", cuenta. "Cuando llegó a Católica fui el primero al que le habló.  Me dijo que iba a ser el  caudillo, que iba a jugar sí o sí, pero que tenía que volver a ser el de Colo Colo. 'Yo quiero a ese David, no el que está en Católica'. Ese fue mi mejor año".

Henríquez recuerda que en el plantel lo molestaban, que le decían que Pizzi era "su papá". Lo veía solo tomando desayuno y Pizzi se iba a sentar con él. Henríquez aprovechaba para vengarse un poco. Lo molestaba y le decía: "¿Qué hacías en Perú entrenando con la plata que tenís? ¿Qué hacías en Santiago Morning, si entrenabas al lado de un cementerio? Con tu plata yo estaría en mi casa, tranquilito. Pizzi no tiene necesidad de dirigir, le gusta mucho lo que hace, aunque no es Sampaoli ni Bielsa, que son puro trabajo. Pizzi no deja de lado a su familia".

El 2010, el año en que llega Pizzi a la UC, hubo una crisis tras perder con Colo Colo en el Monumental. El equipo quedaba a siete puntos del Cacique faltando siete fechas.

-La gente pifiaba, no fue acogido de inmediato. Ganamos el partido siguiente al de Colo Colo muriéndonos -dice Milovan Mirosevic, actual referente de la UC, sobre un duelo con La Serena.

-Era medio distante, parecía pesado -recuerda el mismo Mirosevic. -Pasó el tiempo y siempre agradecí que fuera consecuente con lo que hacía y decía. Era tranquilo y muy racional. Mesurado en el triunfo.

Así como el título del 2010 fue una gran alegría, seis meses después la UC viviría un trauma: Perder una final con la U que tenía prácticamente ganada. "Dos penales, un autogol, dos expulsados", recuerda Henríquez. "Todo lo que salía mal en un año, nos salió mal en un partido".

De ganar, Pizzi se convertía en el primer entrenador bicampeón en la historia de Católica. No pudo.

El partido quedó marcado como un símbolo de lo que significa celebrar antes de tiempo: la UC había llegado al Nacional con cotillón en el bus. Pero los jugadores recuerdan que lo mismo se había hecho cuando salieron campeones en 2010. Esa vez, el triunfo hizo que nadie lo notara.

"El profe no siguió con nosotros, fue un proceso bonito que debió continuar, pero él decidió otra cosa", recuerda Jorge Ormeño. "Dentro del dolor que hubo, sin duda hubiera sido mejor conversar lo que pasó, pero quedó ahí. Nunca más pude conversar con Pizzi. Quedó como deuda. Pero mal no le fue".

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Pocos días después de perder la final contra la U de 2011, Pizzi agarró su auto y no paró de manejar hasta llegar a Rosario.  Aunque tenía contrato vigente con Universidad Católica, solo volvió para despedirse. Para muchos, la final perdida con la U de manera catastrófica lo hizo tomar esa decisión. Pocos días después de perder esa final, Pizzi le da un poder a Wildo para negociar con un club de Arabia Saudita, pero la negociación no prosperó. "Creo que fue una manera de compensarme por haber arreglado con la UC directamente", dice Wildo. Antes, cuando había salido campeón con el cuadro de la franja, Pizzi llamó a Wildo para agradecerle por haberlo traído a Chile. Esos dos gestos dejaron a Wildo en paz con Pizzi.

La última vez que Wildo habló con Pizzi fue cuando éste se fue a Rosario, tras perder esa final de 2011.

"Voy y vuelvo", me dijo cuando se fue de Chile. Y volvió a la selección".