Para 1950, en Chile se creía que la baja estatura de los niños del país se explicaba por razones genéticas. Pero luego se descubrió que una de las principales causas era la desnutrición. En 1960, el 37% de los menores de seis años estaba desnutrido, lo que afectaba los mecanismos inmunológicos e incrementaba la susceptibilidad y gravedad de las enfermedades infecciosas.
Por ello, en 1970 se decidió como política de salud que los nutricionistas fueran enviados a los consultorios para enfrentar el elevado nivel de desnutrición, que alcanzaba el 19,3%.
La medida fue efectiva y el perfil epidemiológico cambió. Hoy la situación es la inversa que hace cuatro décadas: 34% de los niños menores de seis años sufre obesidad. Además, predominan las enfermedades crónicas no transmisibles causadas principalmente por mal nutrición.
Actualmente, el requerimiento de especialistas en el sistema público de salud no es solo a nivel primario, también secundario o clínico. El área presenta un alto déficit de nutricionistas, que se arrastra desde la década de 1970 y que alcanza al 57%. Así lo establece el estudio “¿Es suficiente el recurso humano nutricionista en el sistema hospitalario público en Chile?: Una deuda pendiente”, realizado por Mirta Crovetto, nutricionista y decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la U. de Playa Ancha.
El estudio analizó la dotación y requerimientos de nutricionistas de todos los hospitales públicos de Chile (170 establecimientos) en 2012. Según la norma del Ministerio de Salud, la dotación de nutricionistas a nivel nacional debería ser de 1.396 profesionales ese año. El estudio observó que se disponía de 603 nutricionistas (43%), señalando un déficit de 794 profesionales (57%).
La cobertura por hospitales variaba de 11%, en un hospital de máxima complejidad (Hospital Dr. Philippe Pinel de Putaendo), a 120% en un hospital de mínima complejidad (Hospital de Molina). Sólo en cinco hospitales de mínima complejidad (Molina, Teno, Lota, Traiguén y Calbuco), correspondiente a 2,9% del estudio, se cumplía la norma. Apenas 2,3% estaba sobre los requerimientos y sólo 45,8% tenía una cobertura entre 50% y menos de 60%.
Uno cada dos mil
Las normas internacionales indican que debería existir un nutricionista por cada dos mil pacientes, lo que aseguraría un adecuado seguimiento. “Pero hoy la proporción es de uno cada 8 a 12 mil personas, por lo tanto es imposible hacer seguimientos”, dice Crovetto.
La actual situación requiere mejorarse, indica, porque no permite hacer trabajo disciplinario integral. “Se realiza, pero tiene un costo alto para el recurso profesional, dada la complejidad de los perfiles epidemiológicos”, dice Crovetto.
La evidencia de estudios internacionales señala la importancia de la dietoterapia y el control nutricional de los pacientes hospitalizados. “Por una parte están los altos índices de desnutrición a nivel clínico, y los requerimientos de la dietoterapia cada vez más especializada por la complejidad de las enfermedades”, dice la experta.
Crovetto dice que tener más especialistas en el largo plazo se traducirá en un mejor costo/beneficio, dado que los la recuperación de los pacientes será menor, con menos complicaciones y mejor respuesta a los tratamientos.