Baja fianza, previo pago de  10.500 dólares, quedó la niña cristiana Rimsha Masih, que fue acusada de blasfemia y encarcelada hace tres semanas por quemar textos coránicos pese a sufrir una discapacidad mental.

La familia y los grupos de apoyo a Rimsha esperaban la resolución después de las numerosas críticas que dentro y fuera de Pakistán cuestionaban la detención de la menor, más aún tras saberse que hubo un intento de falsear las pruebas del caso.

El imán de una mezquita del suburbio de Mehrabadi, donde vivía Rimsha, fue encarcelado el pasado domingo tras ser acusado por uno de sus asistentes de poner hojas arrancadas del Corán en la bolsa que contenía las cenizas de lo supuestamente quemado por la niña.

La detención del imán aumentó la presión en favor de la excarcelación por parte de organizaciones que consideraban que por edad -"menor de 14 años", según un informe oficial- y condición mental no podía ser acusada de blasfemia y aún menos encarcelada.

Tras la excarcelación de Rimsha, la máxima preocupación de autoridades y organizaciones civiles es la seguridad de la niña y de su familia, ya que persiste el riego de un ataque de integristas.

El abogado de la menor, Tahir Navid, expresó este temor esta mañana a la salida del tribunal, y el presidente de la Liga Interconfesional de Pakistán, Sayid Ishaq, declaró que la protección de la menor "es ahora la primera prioridad" del caso.

En Pakistán, muchos acusados por blasfemia suelen ser atacados e incluso asesinados en prisión o a la salida de los juzgados o de centros penitenciarios.

Ishaq se mostró confiado en que las autoridades, que ayer constituyeron un comité supervisado por un magistrado para seguir el caso, proporcionarán "la máxima protección" a Rimsha y a sus familiares.

Y sobre el pago de la fianza, cuyo importe no puede ser sufragado en ningún caso por la humilde familia, Ishaq declaró que hay varias organizaciones que ya se han mostrado "dispuestas" a colaborar, por lo que estimó que no será un problema.

Rimsha Masih fue detenida el pasado 16 de agosto en su casa del suburbio de Mehrabadi, en Islamabad, tras ser acusada por un vecino de haber quemado -sin saberlo, según palabras de la niña- unas páginas del Qaida Nurani, un libro para aprender a leer el Corán.

El caso de Rimsha ha atraído las miradas de organizaciones de derechos humanos y de varios gobiernos occidentales.

La portavoz de Estado de EEUU, Victoria Nuland, calificó los sucedido como "muy inquietante" y pidió a Pakistán que proteja "no solo a las minorías religiosas, sino también a sus mujeres y niñas".

Este caso puede marcar algunos precedentes en los casos por blasfemia, ya que es del todo extraordinario que se encause a los acusadores, incluso cuando hay evidencias claras de que mienten.

Las autoridades no solo han arrestado al imán de Mehrabadi, sino que también han abierto una investigación contra el vecino musulmán que acusó en primer lugar a la niña, para aclarar si actuó de mala fe.

La legislación antiblasfemia de Pakistán fue establecida en el período de dominación británica para prevenir choques religiosos, pero en los años 80 una serie de reformas auspiciadas por el dictador Ziaul Haq favoreció el abuso de la ley por los extremistas.

Desde entonces se han producido un millar de acusaciones por blasfemia, casi siempre a instancias de imanes locales que intentan amedrentar a las minorías religiosas, en especial a los cristianos y a los ahmadíes, rama del islam considerada herética en Pakistán.

Pakistán cuenta con unos 180 millones de habitantes, de los que 4 o 5 millones son cristianos, según varias estimaciones.