Cuando se resume la carrera de Jaime de Aguirre, uno de los nombres fundamentales en la televisión chilena en las últimas dos décadas, se suele partir del mismo hito de su carrera: fue también el responsable de la melodía del himno de la campaña del No, La alegría ya viene, una de las armas más recordadas en la derrota de Pinochet.
De Aguirre estudió Derecho en la Universidad de Chile y fue militante del Mapu. Tras el Golpe Militar terminó estudiando música en Inglaterra y dedicándose a los comerciales (Qué linda te ves con Ballerina también es suya). En los 80 fundó Filmocentro, donde también grababan los artistas del sello Alerce.
A la televisión llegó reclutado por Jorge Navarrete, cuando TVN pasaba de ser un canal de Estado, a convertirse en 1992 en un ente autónomo y autofinanciado. De Aguirre tomó el cargo de director de programación, formando parte del equipo que condujo al canal nacional a un éxito de audiencia y a ser actor competitivo en la industria.
En 2002 emigró a Chilevisión, para asumir como director ejecutivo. En ese entonces la señal pertenecía a Claxson, no contaba con éxito de rating y era criticada por su programación y pocos recursos. De Aguirre armó equipo, con nombres como Pablo Morales y Patricio Caldichoury, que eventualmente llevaron a la señal -que pasó a manos de Sebastián Piñera y luego al grupo Turner-, al primer lugar de audiencia. Dentro de su gestión se crearon programas emblemáticos como Tolerancia Cero, Yingo, SQP y Primer Plano, además de adjudicarse hace cinco años la transmisión del Festival de Viña del Mar. Las noticias de Chilevisión no sólo siguen siendo un éxito de rating, sino que también influenciaron a los demás canales a seguir su modelo por un tiempo.
El último año CHV ha visto una baja en la audiencia, influenciada por el fracaso de teleseries y el éxito de Mega, lo que se suma a un problema económico de proporciones, con pérdidas de casi $8 mil millones.