¿Qué tan raro es un marino en la selva? No demasiado, si se trata de un infante de marina. "Soldados del mar", los llaman en la Armada. Pero también con experiencia de ríos y lagos. "Para mí fue algo intenso, de mucho compromiso, de un aprendizaje tremendo", cuenta el capitán de fragata Jorge Rodríguez Alfaro (43), quien estuvo un año, entre julio de 2016 y el pasado 17 del mismo mes, en Colombia, como parte del cuerpo de la Misión Especial de la ONU para el acompañamiento del desarme de las FARC-EP. Y tras esa tarea, acaba de llegar.
"Ver a un guerrillero dejar su arma, que para ellos ha sido su vida, con muchas emociones de por medio, forma parte de los significados que fuimos conociendo", cuenta.
Al inicio de la misión, y por seis meses, Rodríguez se desempeñó como oficial de operaciones de la Sede Regional de Popayán, departamento del Cauca, al sur de Colombia. Una zona selvática, compleja y muy asociada a la coca. "Allí fui responsable de la planificación y control de todas las actividades, entre las que destacan el acompañamiento de las FARC-EP desde los campamentos donde realizaron sus actividades operativas durante más de 53 años, hacia los puntos de concentración".
Estos últimos se llaman Zonas Veredales Transitorias de Normalización. Un encuentro de dos mundos, parte de un conflicto cuyos muertos se estiman en 260 mil.
Son sectores que fueron diseñados para efectuar la entrega de armas y la desmovilización. "El entorno es muy diferente del chileno; hay arañas muy grandes, extrañas; serpientes venenosas, mucha humedad durante el día y otros grupos complejos actuando en las inmediaciones", recuerda.
En una segunda etapa, el oficial fue designado como jefe de la sede "El Ceral", departamento del Cauca, por los siguientes seis meses. "Allí lideré a un equipo de 15 observadores internacionales, orientados a verificar el cese del fuego y efectuar capacitación a la población civil respecto del acuerdo de paz", dice Rodríguez, uno de los cuatro marinos chilenos en la zona.
De comidas, mucha arepa y fritura. También harta fruta. Sobre pasatiempos, lejos, pero lejos, el fútbol. "Los guerrilleros que conocimos son personas muy humildes, calladas, con un lazo muy fuerte entre ellos. Y claro, todos conocían perfectamente a Alexis y Arturo Vidal. Son extremadamente fanáticos del fútbol. Ven todos los partidos y hacían pichangas en el campo".
Agrega que, "en general, la población campesina del sector donde me tocó estar desplegado se mantiene expectante al proceso, no solo con las FARC sino que con todos los grupos guerrilleros, para que llegue a su fin, porque ha dejado miles de víctimas".
A principios de julio, la Misión ONU confirmó que la guerrilla entregó 7.132 armas. "Las que a mí me tocó recibir eran fundamentalmente fusiles de guerra, pistolas, lanzacohetes y granadas, muchas de fabricación propia", dice el infante de marina.