Con tan sólo 23 años muchos ya lo creían un ex futbolista. Un escenario no menos increíble que triste. Pero se lo había buscado. El club de sus amores, pese al crítico momento económico que atravesaba, lo invitó a relanzar su carrera, a convertirse en el buque insignia. Una chance de enmendar el brillante camino que lo esperaba. "Los hinchas pueden empezar a frotarse las manos para ver a un Ballet Azul este año", anunciaba un ilusionado José Manuel Edwards, por entonces síndico de la Universidad de Chile, aquel 23 de febrero de 2007.
Pero Mauricio Pinilla no quería enmendar el camino. Aún no, por lo menos. Y desaprovechó una oportunidad inmejorable. El sábado 26 de mayo no llegó al entrenamiento programado por el técnico azul, Jorge Socías. Horas antes, en el salón VIP del centro de eventos Costa Varúa, el artillero se trenzó a golpes con "Pepe Trueno", miembro del grupo Croni-K. Indisciplina que sellaría el final del romance: "Pinigol" se iba de la tienda universitaria con "asuntos pendientes", como él mismo afirmaría posteriormente. Tan sólo dos tantos en cuatro presentaciones marcarían una etapa para el olvido.
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Otra de las polémicas de Pinilla en su regreso: peleó con el preparador de arqueros, Eduardo Azargado.[/caption]
Pero antes de volver a Escocia a defender la tricota del Hearts, club dueño de su pase, Pinilla tenía un tema que atender. Por supuesto, como fue la tónica de esa oscura etapa, uno bastante alejado de las canchas.
Una década del "Rey León"
24 de junio de 2007. Acaso ignorando su mal pasar futbolístico, Mauricio Pinilla destilaba vanidad. De chaqueta ceñida y lentes de sol, el artillero se presentó cerca del mediodía en la sede del Club de Leones La Pirámide. Había convocado a una conferencia de prensa, pero no para hablar de su futuro futbolístico precisamente.
Por entonces, la farándula criolla ardía: a "Pinigol" se lo vinculaba con María José López, esposa del "Mago" Jiménez. Distintos medios aseguraban que el delantero y "Cote" habían pasado una noche juntos. Escándalo que, tras las declaraciones con las que Daniela Aránguiz buscaba proteger a su amiga, fue bautizado como "El Rey León".
Pinilla buscaba aclarar esos rumores: no aceptó preguntas, se limitó a leer una declaración. "Era yo quien estuvo con ella esa noche, pero es a la señora López a quien le corresponde dar las explicaciones pertinentes a su marido y no a mí, porque en ese minuto yo era una persona soltera", aseguró.
Tampoco se refirió a las características del encuentro "porque como dice el dicho popular, un caballero no tiene memoria".
"Espero triunfar y que mis próximas noticias sean sólo por mis goles, nada más, porque no soy actor de Hollywood (...) Si hago una buena pretemporada la voy a 'romper'". Con estas palabras, cerró la delirante rueda de prensa. Seguramente, en ese momento, muy pocos le creyeron.
Un pacto para revivir
Pinilla ya no era "Pinigol". No era ese delantero que con 18 años irrumpió con la camiseta azul ilusionando a todo el país a punta de goles. No era la promesa que el poderoso Inter de Milán adquirió por 2.8 millones de dólares. Mucho menos el sucesor de Iván Zamorano, como alguna vez se lo planteó. Y oportunidades no le faltaron: lo intentó en Italia, España, Portugal, Escocia y Brasil, pero la presión de la fama se impuso.
"Jugaba en la "U" y fama, fama, goles, goles, selección, venta al extranjero. Fue todo así. Y me dañó un poco la cabeza el hecho de que todo haya sido tan rápido", confesó el delantero en una entrevista que concedió al programa Contacto en 2008.
Sin embargo, finalmente, Pinilla cumplió: tuvo su redención y volvió a ser noticia por su desempeño dentro del campo. No fue un proceso inmediato, pero logró sacarse esa suerte de peso que cargaba a partir de la farándula. Volvió a ser "Pinigol" en 2009, con la séptima tricota que vistió en el Viejo Continente, la del Grosseto, equipo de la Serie B italiana.
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Con 24 tantos en igual número de compromisos, Pinilla revivió. Incluso logró la mejor racha goleadora en la historia de la Serie B, anotando en doce juegos consecutivos y, de paso, superando lo conseguido por Gabriel Omar Batistuta.
Desde entonces, el artillero confirmó su notable cambio en la Serie A. Defendiendo los colores de Palermo, Genoa, Cagliari y Atalanta convirtió 47 goles -solo contando la liga- a la fecha, lo que le permitió volver también a vestir la casaca de la selección, siendo parte del plantel que disputó el Mundial de Brasil 2014 y logró el bicampeonato de América.
A sus 33 años, y a una década exacta de la polémica conferencia de prensa, Mauricio Pinilla logró cerrar el espacio que nunca debió abrir. Hoy defiende por segunda vez los colores del Genoa y trabaja buscando ser opción para Juan Antonio Pizzi en La Roja. Los hinchas azules, por su parte, esperan que "Pinigol" pegue pronto la vuelta para saldar esos "asuntos pendientes".