Brandao, delantero brasileño del Bastia francés, fue condenado a una pena en firme de un mes de cárcel y a 20.000 euros de multa, por propinar un cabezazo el pasado agosto al jugador ítalobrasileño Thiago Motta, del París Saint Germain (PSG).

La pena dictada por el Tribunal Correccional de París, que se añade a los seis meses de suspensión deportiva para el jugador, supera con creces los 8 meses de prisión exentos de cumplimiento y 15.000 euros de multa que había solicitado la fiscalía.

No obstante, el jugador podría beneficiarse de una disminución de la pena, que le permitiría conmutar la estancia en prisión por trabajos comunitarios.

El abogado de Brandao, Olivier Martin, anunció que el delantero no recurrirá la sentencia que se refiere a unos hechos ocurridos el pasado 16 de agosto, cuando el delantero, de 34 años, esperó a Thiago Motta en la entrada del túnel de vestuarios para agredirle, tras el encuentro contra el PSG en el Parque de los Príncipes de París, donde el Bastia perdió por 2-0.

Las cámaras del estadio grabaron el cabezazo, tras el cual Brandao salió corriendo para refugiarse en su vestuario.

A Thiago Motta se le diagnosticó una fractura en la nariz, que no supuso una baja médica, y la Liga de Fútbol Profesional (LFP) sancionó al brasileño con seis meses de suspensión deportiva.

El Bastia apartó inmediatamente a Brandao, un jugador que ha desarrollado su carrera profesional entre el Shaktar Donetsk de Ucrania, el Marsella, el Saint Etienne y el Bastia franceses, y el Gameiro y el Cruzeiro brasileños, y que ya había tenido problemas con la justicia francesa.

En 2011, cuando militaba en el Marsella, fue acusado de violación por una joven de 24 años a la que conoció en una discoteca, aunque los tribunales desestimaron la denuncia por las incoherencias en el alegato de la supuesta víctima.

El futbolista, por su parte, admitió haber mantenido relaciones sexuales con la denunciante en su vehículo aquella noche, pero negó que forzara a la joven.

Tras la denuncia, el Olympique de Marsella decidió cederlo al Cruzeiro brasileño y, posteriormente, al Gremio, con el objetivo de alejarle de la presión mediática.