Horas después de la segunda vuelta del 2 de abril en Ecuador, el Presidente electo Lenín Moreno mostró una cara distinta al hombre sonriente y amable que buscó mantener durante la campaña presidencial. En una conferencia de prensa, un periodista lo llamó licenciado. "Desde que el Consejo Nacional Electoral dio los resultados, soy el Presidente electo de los ecuatorianos.
No me trate como candidato en su medio", le respondió al reportero.
Ese gesto generó confusión. Durante la campaña, Moreno buscó mostrarse como alguien conciliador y diferente a su antecesor, Rafael Correa, quien tras 10 años en el poder (2007-2017) dejará hoy el Palacio de Carondelet y se lo cederá a su "delfín político".
Todos los ojos están puestos en Moreno, quien se convertirá en el nuevo Presidente y asumirá un Ecuador polarizado. Se estima que a la ceremonia de cambio de mando acudirán al menos 12 gobernantes extranjeros, entre ellos Michelle Bachelet.
El ex Vicepresidente de Correa (2007-2013) deberá afrontar no pocos desafíos, especialmente en el ámbito económico. Moreno, que quedó minusválido luego de que le dispararan a quemarropa luego de un asalto en 1998, asume un panorama completamente distinto al de su antecesor. Atrás quedó el boom gracias al precio del petróleo -de acuerdo al Banco Central el barril pasó de U$ 98 en 2012 a US$ 35 en 2016- que permitió que Correa invirtiera en infraestructura y disminuyera la pobreza en casi 20 puntos desde 2007.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el PIB caerá 1,6% este año y se espera que el país no muestre crecimiento positivo antes de 2019. Además, Moreno tendrá que lidiar con una deuda externa que subió de US$ 10.000 millones a US$ 25.680 millones durante la gestión de Correa. Así, deberá controlar un elevado déficit fiscal y palear los efectos del devastador terremoto de abril de 2016, donde Ecuador tuvo pérdidas de US$ 3.344 millones. Moreno ha prometido la creación de 200.000 empleos.
"Lenín Moreno tiene que diseñar un modelo económico que permita sacar al país de la crisis en la que se encuentra. Si no lo hace, en el corto plazo se podrían observar ya los efectos del mal manejo económico de esta década", dice a La Tercera el analista político ecuatoriano Santiago Basabe, de Flacso.
Equilibrio
Encargado de seguir adelante con el desgastado Socialismo del Siglo XXI y con la "revolución ciudadana" de Correa, Moreno deberá también equilibrar su cercanía con el ahora Presidente saliente, conocido por su estilo explosivo y con quien ha dicho que seguirá en contacto. De esta manera, la apuesta sería mostrarse como alguien distinto, que no depende de Rafael Correa.
El país se ha visto profundamente dividido en los últimos años. A pesar de que la década correísta ha sido considerada como el período más estable de la historia reciente del país (Ecuador tuvo siete mandatarios en los 10 años previos a Correa) su legado deja luces y sombras.
Al Presidente saliente se le atribuyen mejoras en los índices de desarrollo, en infraestructura, salud y educación. No obstante, concentró gran poder y su gobierno se vio envuelto en casos de corrupción. Además se promulgó la polémica Ley de Comunicaciones, que permite al gobierno altos controles de la información que aparece en los medios.
Según Basabe, habrá inestabilidad política si Moreno no establece un "programa de gobierno autónomo y que marque distancia de Correa". Moreno, en todo caso, ha dicho que hará un gobierno distinto, con mucho diálogo. No obstante, deberá enfrentar una oposición que se vio fortalecida tras los comicios.