Japón y Noruega están concediendo grandes subvenciones a sus industrias balleneras, que han dejado de ser productivas debido al aumento de los costes y a la caída de la demanda de la carne de ballena, dijo WWF el viernes.

El grupo ecologista World Wildlife Fund (WWF) dijo en un informe sobre los factores económicos de la industria ballenera que Japón ha gastado 164 millones de dólares (unos 117 millones de euros) en apoyarla desde 1988 y que las subvenciones de Noruega equivalieron a más de 15 millones de dólares (unos 10,7 millones de euros) desde 1992.

"En estos tiempos de crisis, el uso de los impuestos de los ciudadanos para sostener una industria básicamente deficitaria no es estratégico, sostenible, ni supone un uso apropiado de los fondos públicos", dijo Susan Lieberman, directora del Programa de Especies de WWF Internacional.

Las declaraciones de Lieberman se hacen antes de que la Comisión Ballenera Internacional (CBI) se reúna en Madeira la próxima semana, cuando Japón y Noruega probablemente se enfrentarán a las presiones de las naciones que están en contra de la caza de ballenas, como Reino Unido y Estados Unidos, para que pongan fin a esas actividades.

BALLENAS
Oficialmente, Japón cumple una moratoria mundial de 1986 sobre la caza de ballenas - al contrario de Noruega e Islandia, que la ignoran y llevan a cabo actividades comerciales - aunque todavía captura unas 900 ballenas al año en aguas del océano Antártico para lo que llama propósitos de investigación.

Gran parte de la carne capturada con propósitos científicos termina sobre la mesa, lo que indigna a los grupos ecologistas de todo el mundo que argumentan que muchas especies se enfrentan a la extinción y que los arpones explosivos que usan los balleneros pueden causar un sufrimiento terrible.

El informe encargado por WWF dijo que la industria ballenera japonesa necesitaba 12 millones de dólares para terminar sin pérdidas la temporada 2009 y que los vendedores de esta carne han tenido que recortar sus márgenes debido a la disminución de la demanda.

Los márgenes también son estrechos en la industria ballenera noruega, que tiene precios bajos fijos y también sufre una caída en la demanda, una situación ilustrada por el hecho de que este país sólo ha capturado un 70% de su cuota autoasignada de 885 ballenas en los últimos años.

El Gobierno noruego apoya al sector ballenero con subvenciones a los costes del combustible, el transporte y el almacenamiento, así como con campañas de información, agregó el informe.