Los centros católicos de Irlanda donde se recluía a las madres solteras y a sus hijos permitieron que se experimentaran nuevas vacunas en los niños, según una nueva denuncia que este lunes añadió más  polémica al papel de estas instituciones.

Ochenta niños se pusieron enfermos a mediados de los años 1970 después de que se les administrase accidentalmente una vacuna para ganado mientras eran usados para probar otras, denunció la emisora de radio irlandesa Newstalk.

La denuncia aparece poco después de que se revelara que hasta 800 niños fueron enterrados, sin ataúd o lápida, en una fosa común junto al convento  Santa María, en Tuam, en el condado de Galway (oeste).

La historiadora Catherine Corless llegó a esta conclusión al descubrir que  casi ninguno de los niños que morían en el convento -de desnutrición o  enfermedades infecciosas, por ejemplo- fue enterrado en el cementerio local y  que, en cambio, había una fosa común al lado del convento, hoy ya desaparecido.

Estos centros "madre e hijo", como se les conocía, servían para esconder de  la mirada pública de la sociedad católica y conservadora a las mujeres que  habían quedado embarazadas sin casarse. 

Se sospecha que la situación de Tuam no era excepcional y el gobierno irlandés ordenó abrir una investigación preliminar cuyos resultados se  conocerán a finales de mes.

El arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, pidió la creación de una comisión judicial sin representantes de la Iglesia para investigar las acusaciones.

Una religiosa del centro Bessborough, en el condado de Cork (sur), uno de los  acusados de permitir experimentos, aseguró que se solicitaba el permiso de las  madres.  

"El doctor llegaba y preguntaba si podía llevar a cabo este experimento, y  entonces las madres traían a los niños", dijo la hermana Sarto a Newstalk.

"No podían hacerlo sin el permiso de la madre", agregó. "Nos asegurábamos  de que no se producían efectos indeseados. Nadie murió y nadie sufrió  consecuencias duraderas". 

La multinacional farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) reveló información  sobre estos experimentos tras fusionarse, hace 20 años, con los laboratorios  que los llevaron a cabo.

GSK, que no participó de ninguna manera en los experimentos, dijo a la AFP  que cooperaría "plenamente" con cualquier investigación.