Poco días después del terremoto de febrero de 2010, muchos creyeron que la cuenta de Twitter @EddieVedder pertenecía al vocalista de la banda Pearl Jam. La cuenta llegó a tener 30 mil seguidores, donde el supuesto cantente hacía alusiones a Chile. Pero nunca perteneció al artista.
No es el único caso y no será el último. Y tampoco es exclusivo de celebridades. De hecho, según cifras de la PDI, las denuncias por usurpación de nombre en redes sociales entre 2011 y 2012 aumentaron 14%, pasando de 148 a 168 casos. De estas denuncias, 80% corresponden a personas comunes.
El primer paso es la denuncia. El segundo, probarlo. Para ello, explica Esteban Maldonado, comisario de la Brigada de Cibercrimen de la PDI, hay que invocar el artículo 214 del Código Penal, que sanciona con una pena de presidio menor en grado mínimo (540 días) a quien usurpe el nombre en redes sociales e internet.
Sin embargo, Salvador Millaleo, investigador del Centro de Estudios en Derecho Informático de la U. de Chile, dice que la ley que protege la privacidad de las personas fue hecha hace más de 20 años, "diseñada en un entorno, donde internet no era importante".
Francisco Vera, vicepresidente de la ONG Derechos Digitales, dice que para que haya delito, debe haber mal uso. "La ley es clara en decir que para que se cometa delito, se tiene que usurpar el nombre para confundir a las personas en su relación cotidiana", dice el experto.
Por ello, Maldonado dice que para que constituya un ilícito se deben analizar los efectos del hecho. "Es necesario determinar la intencionalidad. No es lo mismo hacerse pasar, por ejemplo, por un actor, y que todo el círculo de conocidos sepa que se trata de un juego, que realizarlo para denostar, decir calumnias o hacer un fraude, ahí claramente el actuar muestra una intención de engañar", dice.
Es lo que alega el fiscal de Delitos de Alta Complejidad, Marcos Mercado, quien ve el caso del empresario Andrónico Luksic, cuyo nombre fue usado para crear tres cuentas en Twitter (@losluksic, @andronicoluksic y @luksicandronico).
Según el fiscal, el abogado Rodrigo Ferrari creó la primera de estas cuentas para hacerse pasar por el empresario, acción por la que ayer fue formalizado por el delito de usurpación de identidad.
El comisario de la PDI incluso dice que se dan casos de parejas que terminan de manera abrupta una relación y una de ellas hace el perfil falso de la otra para ofenderla, o niños que acosan a compañeros con perfiles falsos en Facebook.
La pena puede aumentar si es que se comprueba que la suplantación de identidad tiene un fin económico.
"Eso ocurre cuando la persona abre tres cuentas para venderlas a la persona involucrada. Si efectivamente hay una amenaza de que si no la compra pondrá cosas ofensivas, eso es claramente estafa. Pero el solo hecho de abrir la cuenta con el nombre de la persona no es delito", dice Millaleo.
Vía internet
Pero uno es el camino legal. El otro es a través de las propias redes sociales.
Cada sitio tiene distintas políticas de privacidad. Por ejemplo, Facebook es más riguroso. Sus políticas no permiten ningún tipo de suplantación, sea una parodia y menos para difamar a una persona. Por lo mismo, asegura revisar constantemente su sistema. También ofrece la opción de que las víctimas puedan denunciar los perfiles que están usurpando su persona. Para eso se tiene que presentar pruebas (normalmente una fotocopia del carnet de identidad) y la red social elimina el perfil. Lo mismo sucede en Instagram, que hace poco renovó sus políticas de privacidad para llegar al estándar de Facebook.
Twitter es más permisivo. Más que borrar cuentas, ofrece al afectado crear una autentificada para que todos sepan que se trata del personaje real, aunque el trámite sólo está reservado para gente que pertenece a los rubros de música, actuación, moda, gobierno, política, religión, periodismo, medios de comunicación, publicidad, empresas y otras áreas clave de interés. No se aceptan solicitudes de verificación del público en general.
Tras realizar este procedimiento de verificación, aparecerá un ticket verificador azul en el perfil (a un lado de la foto de la cuenta), certificando la autenticidad del personaje. Pero por esencia, Twitter permite los perfiles de parodia. Incluso en su página de ayuda entrega consejos para diferenciarse como uno.
Julian Elfenbein, periodista de TVN, dice que existen más de nueve cuentas que usan su nombre. Aunque confiesa que es un tema que le molesta, "no ando perseguido, pero me parece que puede generar malas imágenes e impresiones".
También lo vivió el ex alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, quien a través de la PDI dio con el paradero de quien lo suplantaba y logró la baja de la cuenta.