La vida es un constante temblor para los enfermos de Parkinson. El movimiento involuntario de su cuerpo es la principal evidencia de este mal, que se produce por la destrucción de las neuronas encargadas de producir la dopamina, una sustancia crucial en la regulación de los movimientos del cuerpo. Actualmente, la levodopa es el medicamento más usado para regular la producción de dopamina. Sin embargo, su acción se extiende por períodos reducidos de tiempo, lo que se traduce en efectos adversos: fuertes espasmos alternados por rigidez muscular.
Pero surge una nueva esperanza: la revista Science Traslational Medicine publicó una investigación de científicos franceses y británicos, quienes aplicaron una terapia genética en monos con Parkinson y que logró detener los temblores sin consecuencias adversas.
TERAPIA CON GENES
El equipo investigador seleccionó a 26 ejemplares de macaco cangrejo, a los cuales inyectaron una toxina para provocar de manera artificial el mal de Parkinson. Posteriormente, los científicos utilizaron un virus similar al del Sida para introducir en el cerebro tres genes clave para la producción normal de dopamina.
Los genes introducidos no se alojaron en las neuronas dañadas que producen dopamina, sino en otras que en condiciones normales no lo hacen. Así, los científicos lograron construir verdaderas fábricas artificiales de esta sustancia.
El procedimiento dio los resultados esperados: luego de seis semanas se constató que en los primates con Parkinson la concentración de dopamina volvió a niveles normales en los primates con Parkinson y se mantuvo así por más de un año. Así, los temblores desaparecieron progresivamente y, además, no se produjeron los espasmos característicos de la terapia con medicamentos.
UN AVANCE PROMISORIO
Los investigadores indicaron que actualmente están probando el tratamiento genético en humanos. Según informó el laboratorio británico Oxford Biomedica, la terapia ya ha sido probada en seis pacientes con la enfermedad. A tres de ellos, se les administró una dosis básica del tratamiento y luego de un año se comprobó que sus funciones motoras mejoraron en un 29%. A los otros tres individuos se les aplicó una dosis mayor del tratamiento, lo que arrojó un avance similar, pero sólo en tres meses.
"La ventaja es que sería un tratamiento para toda la vida. Si funciona es algo que se le hace una sola vez al paciente y mejoraría para el resto de su vida, cosa que ahora no existe", destaca Eduardo Karahanian, experto en terapia génica de la Universidad Diego Portales, quien agrega que si el tratamiento resulta exitoso en humanos, el Parkinson sería la primera enfermedad cerebral que logra ser controlada mediante un procedimiento genético.
El neurólogo y docente de la Universidad Mayor, Carlos Aguilera, estima que la terapia genética sería el tratamiento ideal para el mal de Parkinson, sin embargo, advierte que terapias para otras enfermedades que han resultado exitosas en animales, luego no funcionan en personas, debido a factores genéticos o de envejecimiento. En este sentido existe coincidencia: se trata de los primeros pasos de una terapia que puede llegar a ser revolucionaria.