Bajo la imagen jovial y enérgica del presidente John F. Kennedy (1917-1963) se escondía un hombre que sufría mucho dolor. La revisión de sus archivos médicos ya había revelado que padeció de escarlatina en la niñez, a lo que se fue sumando una enfermedad gastrointestinal, la enfermedad de Addison, osteoporosis, úlcera, pero sobre todo, un dolor de espalda crónico, que aunque fue tratado, nunca logró superar.
Un nuevo análisis realizado por los doctores T. Glenn Pait y Justin T. Dowdy, del departamento de cirugía neurológica del Instituto Jackson T. Stephens de la U. de Arkansas para las Ciencias Médicas -publicado en la revista Journal of Neurosurgery: Spine-, describe los problemas de espalda que acompañaron a Kennedy desde la universidad hasta que fue asesinado. A partir de notas de caso escritas por varios médicos que trataron al ex presidente, además de estudios de imágenes espinales obtenidos durante décadas de tratamiento, documentaron sus debilitantes cambios.
"La investigación sobre el dolor de espalda crónico de Kennedy comenzó en serio con nuestro viaje a la Biblioteca Presidencial Kennedy en el otoño de 2013 y tardó aproximadamente 5 años en completarse", cuenta Dowdy a La Tercera.
Sus problemas comenzaron en la niñez con la escarlatina, enfermedad bacteriana que lo dejó débil, pero en la universidad se presentaron los primeros dolores en la espalda baja, por lo que habría sido una lesión de fútbol que sufrió en 1937. Por entonces fue derivado a un ortopedista, pero el tratamiento fracasó y el dolor fue tomando más protagonismo en su salud, dice el artículo, lo que habría afectado su carrera militar.
"Intentó entonces alistarse en el ejército, pero fue rechazado debido a problemas de salud, en particular su mala espalda. Luego aplicó a la Escuela de Aspirante a Oficiales de Marina en 1941, pero falló en lo físico. En última instancia, a través de la intervención de su padre ex embajador, JFK fue comisionado como reserva naval de los EE.UU. el 25 de septiembre de 1941", señalan.
Su paso por la Marina, donde permaneció con la ayuda de su padre, empeoraron su condición, sobre todo después de una colisión con un destructor japonés.
En 1944 vino la primera de 4 cirugías. Las dos primeras, según la publicación, resultaron en complicaciones severas y dolor adicional, mientras la tercera operación se realizó para remediar los efectos de la segunda operación y la cuarta para eliminar la infección en el sitio de la cirugía anterior.
En abril de 1946, en campaña para la cámara de representantes de EE.UU., el dolor de espalda regresó y su cuidado requería un régimen diario de terapia que incluía frotaciones en la espalda, baños calientes y el uso regular de corsé. Su primer mandato lo pasó con problemas de salud, y probablemente comenzó a tomar corticosteroides (una variedad de hormonas del grupo de los esteroides) a fines de 1930 o principios de la década de 1940.
En un comunicado de la revista, Dowdy señaló que el hallazgo más sorprendente "fue la cantidad total de dolor severo que sufrió JFK durante su corta vida y, francamente, cómo pudo ocultar su dolor y dolencias médicas del público en general tan bien". Tras la muerte de Kennedy, en Dallas, su hermano Robert también destacó que "al menos la mitad de los días que pasó en esta tierra fueron días de intenso dolor físico... Nunca lo oí quejarse".
"La situación médica más dolorosa de JFK fueron sus múltiples cirugías fallidas. Pasó meses en el hospital. La infección fue una fuente importante de dolor que requirió la eliminación de los implantes metálicos de L5-S1, desbridamiento, manejo del dolor y rehabilitación", dice Glenn Pait a La Tercera.
Desde 1961 el dolor de Kennedy habría tenido una mejora sostenida, por lo que podría haber dejado de usar corsé, no obstante lo usó el día de su muerte, y de acuerdo a algunos doctores, como John Lattimer, médico experto en el asesinato, el uso de esta faja habría contribuido a su muerte, al obligarlo a quedar en posición vertical luego del primer disparo, permitiendo que el segundo fuera mortal.
No obstante, los autores de este nuevo estudio, señalan que no es seguro que hubiera podido sobrevivir al primer disparo en el cuello, pues el uso crónico de corticosteroides habría bajado su capacidad de combatir una posible infección. "De cualquier manera, la decisión del presidente Kennedy de seguir usando el soporte contra el consejo de Hans Kraus (su doctor) poco antes de su muerte, es una nota de pie fascinante y evocadora, dado su potencial papel en la alteración del curso de la historia del mundo, y sirve como otra pregunta alrededor de ese fatídico día", dice el artículo.