"No teníamos certeza cuál era la ballena azul que nos visitaba, ahora lo que sabemos es que hay dos poblaciones diferentes", dice el biólogo marino de la Universidad Austral de Chile y presidente del Centro Ballena Azul (CBA), Rodrigo Hucke-Gaete, coautor del estudio genético sobre el animal más grande del mundo que publicó la semana pasada la revista Molecular Ecology.
Hucke-Gaete descubrió en 2004 que estos ejemplares utilizaban el golfo Corcovado y aguas de Chiloé, en las regiones de Los Lagos y Aysén, como centro de alimentación, hallazgo que tuvo un impacto mundial porque esta especie quedó al borde de la extinción durante el siglo pasado debido a la caza comercial.
Hasta ahora los investigadores creían que la población que llegaba a Chile era de un solo tipo, sin embargo, tras secuenciar (leer) el ADN de 60 ejemplares del golfo del Corcovado y del norte del país, se detectó que pertenecen a dos poblaciones distintas: la ballena azul Antártica y la ballena azul del Pacífico Sudeste(ver infografía).
RED DE ÁREAS PROTEGIDAS
Para los análisis de ADN fue necesaria la toma de muestras de piel de estos animales. Un trabajo complejo y en el que los investigadores se armaron de paciencia. Tardaron 10 años en reunir las muestras, lanzando dardos no letales desde la pequeña lancha de investigación "Musculus" del Centro Ballena Azul.
Gracias a este trabajo de una década, Chile cuenta hoy con la mayor cantidad de muestras de ballenas azules de un punto específico del planeta, explica Hucke-Gaete, quien abordo de la lancha siempre estuvo acompañado de Juan Pablo Torres, autor principal de la investigación denominada "Ballena azul, estructura de la población a lo largo del océano Pacífico Sudeste: pruebas de más de una población".
"Este es el primer estudio del mundo que tuvo como objetivo definir los límites de la población de las ballenas azules que se alimentan en el sur de Chile. Se suponía que era una única población la que migraba entre altas latitudes (áreas de alimentación) y bajas latitudes (áreas de reproducción) pero en realidad corresponderían a más de una población", explica Torres, quien pertenece al Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Universidad Austral y también al Centro Ballena Azul.
El experto contrastó las muestras chilenas con otras obtenidas en el océano Pacífico, 206 en total.
"Este resultado no sólo es interesante en términos evolutivos, sino que en términos prácticos para la conservación de las ballenas azules en el hemisferio sur, ya que se pueden definir reales medidas de conservación como áreas marinas protegidas específicas para esta población", advierte Torres.
El investigador agrega que estas áreas protegidas no solo deberían localizarse en aguas chilenas, sino que extenderse a otros países, propuesta que a su juicio debería liderar el gobierno chileno. Dice que lo ideal sería crear una red de áreas prioritarias para la conservación, entre las zonas de alimentación en Chile y las posibles áreas de reproducción en el océano Pacífico tropical.
¿NUEVA SUBESPECIE?
La existencia de al menos dos poblaciones de ballenas azules en el país, abren la puerta a que aumente el actual número de subespecies de este cetáceo. Actualmente se conocen tres: dos de ellas del hemisferio sur, la ballena azul pigmea y la ballena azul Antártica, y la del hemisferio norte.
"Con algunos estudios más profundos poder llegar a definir a las ballenas azules que llegan a aguas chilenas a alimentarse, no sólo como una población diferente sino como una subespecie diferente", adelanta Torres.
Además del CBA y la U. Austral, la investigación contó con el apoyo de otros organismo como Wildlife Conservation Society, el Museo Americano de Historia Natural, la Comisión Ballenera Internacional y la National Oceanic and Atmospheric Administration(NOAA), quienes facilitaron laboratorios para los análisis genéticos y muestras de ballenas.