Se sienten aterrorizados sin una razón evidente. Sufren espontáneamente taquicardias, hiperventilación, temblores y mareos. Y lo peor es que les puede pasar en cualquier lugar. Así se sienten las personas que sufren ataques de pánico, que se estima afectan al 3% de la población chilena, y en su mayoría a mujeres.
En la actualidad, el control de la enfermedad estaba más enfocado en factores ambientales y sicológicos, ya que se sabía poco acerca del origen biológico del trastorno. Sin embargo, un grupo de científicos de la Universidad de Iowa, EEUU, identificó los procesos que afectarían a una parte del cerebro y que sería la responsable del aumento o reducción de la sensación de temor en las personas. Es decir, actuaría como un sensor químico que podría desencadenar ataques de pánico, fobias y otras enfermedades relacionadas.
LAS RAZONES
Lo que estos científicos probaron es que la amígdala ubicada en el interior del cerebro está llena de neurorreceptores que reaccionan ante el aumento o descenso del pH o acidez intracerebral. Los investigadores llegaron a esta conclusión luego de inyectar CO2 en ratones, lo que redujo el pH del cerebro, despertando el miedo en su comportamiento.
Lister Rossel, psiquiatra de Clínica Las Condes, explica que gracias a este descubrimiento se podría dilucidar una buena parte de los casos de crisis de pánico que no tienen explicación aparente. "Me ha tocado ver pacientes que han pasado por grandes traumas, estrés y accidentes. Pero nunca han tenido una crisis. En cambio, hay otros que por cosas leves tienen un gran pánico", comenta.
La razón estaría en que cada persona posee una cantidad diferentes de estos neurorreceptores, identificados en el estudio como "ASIC1a". Tener una gran densidad de este tejido aumentaría la posibilidad de desencadenar con facilidad un episodio de pánico.
Con este hallazgo se podría identificar el origen exacto de las crisis. Es decir, si son factores biológicos, ambientales o psicológicos los que están originando el problema, para posteriormente dar un mejor diagnóstico y tratamiento al paciente.
El estudio confirmó, además, que la amígdala dejó de ser considerada sólo como una "vía de paso"# del miedo, sino que es parte fundamental del llamado "circuito del miedo" del cerebro.