Histórico

Descubren que las partículas de la tos y estornudos llegan más lejos de lo pensado

Investigación del MIT señala que estas pequeñas gotas potencialmente infecciosas viajan por el aire largas distancias, incluso hasta los 4 o 6 metros.

Se acerca el invierno, y con ello los estornudos, la característica principal de alguien afectado por un resfrío. Pero, ¿cuánto son capaces de viajar las "gotitas" que se expulsan en este acto reflejo?

Un estudio realizado por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha encontrado la respuesta: estas partículas potencialmente infecciosas viajan por el aire largas distancias, incluso hasta los 4 o 6 metros, mucho más de lo que se pensaba hasta ahora, según señala Lydia Bourouiba, co-autora del estudio a La Tercera.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores utilizaron imágenes de alta velocidad de una serie de toses y estornudos, además de simulaciones de laboratorio y modelos matemáticos.

En los análisis, el estudio derribó un par de mitos. Por ejemplo, que las gotas grandes viajan más lejos que las más pequeñas, porque tienen más impulso. Esto no sería así, pues las interacciones de las gotitas con la nube de gas que se forma al estornudar o toser marcan la diferencia en la trayectoria.

John Bush, profesor de matemáticas aplicadas en el MIT y otro de los autores del estudio, explica: "Si pasamos por alto la presencia de la nube de gas, la primera conjetura sería que las gotas más grandes viajan más lejos que las pequeñas, y éstas recorren como máximo un par de metros".

"Pero hemos demostrado que hay una circulación (de las partículas más pequeñas) dentro de esta nube", las que pueden llegar a una gran distancia, mientras que las más grande caen.

Específicamente, el estudio demuestra que las gotitas consideradas "grandes", de 100 micrómetro (una millonésima parte de un metro) viajan cinco veces más de lo estimado previamente, mientras las gotas de 10 micrómetros de diámetro viajan 200 veces más lejos.

Por lo mismo, ahora toma más fuerza la recomendación de poner el antebrazo delante de la cara cuando se sientan esas ganas de estornudar.

El estudio, además, advierte que este hallazgo significa que los sistemas de ventilación pueden ser más propensos a la transmisión de partículas potencialmente infecciosas, por lo que habría que revisar el diseño de los lugares de trabajo y hospitales, aseguran.

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