Para el Gobierno, el Dakar es una importante vitrina, que sirve para posicionar al país como organizador de grandes eventos deportivos y también a nivel turístico. De ahí que colocara US $ 6 millones para que la versión 2010 volviera a pasar por el país.
El deporte motor obliga a inversiones de esta magnitud y consciente de eso apoyó a Carlo de Gavardo con más de un millón de dólares, para que el huelquenino pudiera subirse a un Hummer H3 del equipo de Robby Gordon, un auto competitivo, capaz de ganar algunas etapas y de situarse en posiciones de avanzada.
La entrega de recursos al "Cóndor" llamó la atención por el monto, el más alto que ha recibido un deportista de parte del Estado, y que lo convirtió en el proyecto más caro entre los 18 pilotos nacionales que, a partir del 1 de enero, serán parte de la caravana.
El aporte gubernamental es fundamental para De Gavardo, pero no completa el monto total, que ronda el US$ 1,5 millón ($ 750 millones).
El huelquenino dobla los $ 300 millones que cuesta el proyecto del Tamarugal XC Rally, que incluye el Ford F 150 Raptor SVT de Javier Campillay y la Husqvarna de Claudio Rodríguez, monto que esperan se pague con ésta y la siguiente versión del Dakar, que aspiran sean en Sudamérica. "Esta es una empresa grande, con un importante apoyo logístico y un equipo de 12 personas", cuenta Campillay.
Francisco López viene a continuación en la lista, con cerca de 300 mil dólares (unos $ 150 millones), aunque ese valor incluye fechas de la Copa del Mundo 2010 junto a Aprilia.
El resto de los chilenos gastan entre 50 y 100 millones. Generalmente, los costos más altos se dan entre los autos. La excepción es Fernando León, quien con el wild card incluido ($ 20 millones) utilizó US$ 100 mil.
Lo difícil de conseguir apoyo
En las motos se dan los proyectos más "económicos". El joven de 19 años Rodrigo Caballero, el copiapino Gino Bianchi y el ariqueño Manuel Jamett reconocen que se han gastado $ 50 millones cada uno. Su problema es que pese a que el monto no es tan elevado para la especialidad y la trascendencia mediática del Dakar, no lograron reunir todo el dinero.
Caballero, quien se ganó la invitación de la Federación de Motociclismo ($ 10 millones), cuenta que "sólo junté seis millones, gracias a auspiciadores y amigos. El resto lo puso mi papá. Es difícil conseguir auspicios, porque las empresas prefieren el fútbol y no entienden la importancia de la carrera". Su historia se repite en el caso de Jamett, quien dice que "90% del presupuesto viene de mi familia".
Hace pocos días, a Bianchi, quien tenía un buen colchón en lo que consiguió de la Región de Atacama y de la Municipalidad de Copiapó, se le cayó un sponsor que le iba a aportar los 15 millones que le faltaban. Para intentar disminuir el gasto personal, se le ocurrió hacer poleras. Necesita vender mil y lleva 500. Seguirá haciéndolo hasta el 15 de enero, "porque si me endeudo es difícil proyectarme en este deporte".