Los casos de espionaje en el mundo empresarial suman y siguen. Esta vez y de acuerdo a un reportaje dado a conocer por El Mostrador, el centro de operaciones estaba al interior de la Clínica Santa María.
El hecho quedó al descubierto, luego de que el segundo al mando de la seguridad del recinto Williams Herrera, fuera despedido por su superior Jorge Cantarero, de quien relató un sinnúmero de ilícitos.
Tras ser despedido, según él injustamente, Herrera le escribió un correo electrónico al gerente de operaciones, Juan Eduardo Infante. En este le relataba que Cantarero "habría boicoteado a gerentes y espiado a presuntas amantes, instalado micrófonos en las oficinas, contratado a sus más cercanos amigos y despedido a todo aquel que cayera en desgracia ante él".
Con el fin de conservar su trabajo, reveló que Cantarero no actuaba solo sino en colaboración con su asistente administrativa, Nicol Lagos.
Además, Herrera confiesa que su jefe le pagaba 300 mil pesos mensuales a un funcionario de la PDI para espiar a gerentes, subgerentes, supervisores y administrativos.
Asimismo, cuenta que su ex jefe violaba la Ley de Telecomunicaciones al captar e intervenir las comunicaciones privadas. "Ha puesto cámaras con micrófonos siendo delito grave y expone a la institución a sanciones graves", aseguró Herrera.