El aumento en los últimos años de la deuda externa chilena -tanto pública como privada- sigue generando debate en el mercado nacional, más aún en el contexto de una posible baja en la clasificación de riesgo país, lo que podría encarecer el costo de financiamiento.
Por lo mismo, el análisis se ha centrado en la evolución del stock de deuda externa bruta, que se ha elevado hasta los US$ 164.310 millones a mayo, pero también en otro tipo de indicadores que revelan qué tan "sana" es esa deuda.
Entre estos, se encuentra la evolución de la deuda externa bruta de corto plazo residual, es decir, los vencimientos de deuda externa que serán exigibles en los próximos doce meses, y que, por tanto, generan mayor estrés del punto de vista financiero.
De acuerdo a la información levantada por el Banco Central, esta deuda pronta a vencer alcanzó los US$ 48.581 millones el quinto mes del año, un alza de 2,47% de respecto al cierre de 2016, manteniéndose entre los registros históricos más altos en Chile. De hecho, se observa una nueva tendencia al alza en este indicador desde principios del año pasado, luego de haber estado relativamente estable entre 2011 y 2015. Desde que comenzó a notarse con más fuerza la desaceleración económica (enero 2014), el incremento de la deuda externa bruta de corto plazo residual es de un 28,7%.
Como parte de su análisis respecto a la estabilidad financiera de Chile, por ejemplo, ante el riesgo de un shock de crédito internacional, el informe del primer semestre del ente rector indicó que la reciente alza de este indicador de endeudamiento se explicó, en mayor medida, por los sectores de empresas no financieras y ligadas a la Inversión Extranjera Directa (empresas filiales localizadas en Chile).
Estas últimas han mostrado un incremento relevante esta década, lo que tendría relación con la alta inversión que financiaron estas empresas en proyectos ligados a la minería. Además, el informe del BC puso énfasis en que la deuda pronta a vencer alcanzó 18,3% del PIB (a marzo), agregando que "dada la leve, pero constante disminución que se ha observado en las reservas internacionales desde diciembre pasado, la razón de liquidez continúa con su tendencia a la baja".
En este sentido, Benjamín Sierra, economista jefe de Scotiabank, planteó que esto implica que "hay menos capacidad para enfrentar una crisis de crédito en el corto plazo que antes", y señaló que el mayor aumento de la deuda externa pronta a vencer tiene relación con la deuda de largo plazo que termina en los próximos 12 meses.
En los datos se observa una caída de la deuda a corto plazo según el vencimiento original en agosto de 2016, cuando pasó de US$ 23.300 millones a US$ 16.000 millones, donde se ha mantenido relativamente estable.
En tanto, la deuda que se tomó a largo plazo, y que finaliza en el corto plazo, creció desde US$ 22.550 millones a US$ 30.600 millones en el mismo periodo, y a mayo de 2017 cerró en US$ 32.714 millones.
"Generalmente, cuando las empresas emiten bonos se dedican a refinanciarse, pagando esas deudas que van a vencer y tomando otras a largo plazo", explicó Sierra, remarcando que el aumento reciente de la deuda no es preocupante, si bien el mercado debe mantenerse atentos a su evolución.
Por su parte, Alejandro Alarcón, economista de la U. de Chile, señaló que si bien la baja de las reservas internacionales ha sido "mínima", sí destacó que "el crecimiento de la deuda devengará una mayor carga en un contexto en que habrá un incremento de las tasas internacionales", agregando además "la inminente reclasificación riesgo país".
En este sentido, afirmó que "todo se puede controlar con mayor crecimiento, pero no ocurrirá este año, porque la economía tiene riesgo de acercarse al 1% de crecimiento".